Antes de entrar en materia, quisiera desearle a lectores y lectoras lo mejor en este 2017. A pesar de los nubarrones que se miran en el horizonte político y también en el económico, es deseo que sus buenos propósitos se concreten en este año que representa, en más de un sentido, una nueva oportunidad para todos. Gracias lector, lectora, por la generosidad de su tiempo para este espacio de diálogo franco desde hace casi cinco años. Salud, amor y vida para usted y los suyos.
Ahora los mexicanos no sólo tendremos que reponernos de la cruda por desvelo, comida, ingesta de alcohol o la peor de todas sin importar su causa: la cruda moral. También tendremos que superar la resaca del crudo y el precio de la gasolina que, con el fin de ser un país más competitivo, liberó su precio y subió en casi 20 por ciento.
Donde seguiremos atrasados es en los salarios de la clase trabajadora, que también necesitan ser competitivos para que el porcentaje del ingreso
dedicado a la compra de gasolina, gas doméstico y pago de electricidad sea menor.
Con el gasolinazo, Andrés Manuel López Obrador rebasó por la izquierda al PRI, al PAN, al PRD y de paso a la chiquillada (PANAL, MC, Verde, PES). En días pasados, se soltó una guerra de cifras con votaciones entre PAN y PRD para deslindarse de las consecuencias que tendrá en la economía la inflación que se nos viene encima. El PRD se jactó de votar en contra de la Reforma Energética, apoyada por el PAN.
Mientras que los azules se escudaron en haber votado en contra de la Reforma Fiscal, respaldada por el PRD, que castiga el precio de las gasolinas con un impuesto (IEPS) de casi el 40% por cada litro sobre su precio de venta al público.
Ambos partidos políticos fueron quemados en la pira de las redes sociales. Y ahí mismo, Andrés Manuel se ufanó de ser “Mister Se-los-dije 2016” al mostrar el video “más visto” del año en su página de Facebook, pieza donde advierte del constante aumento al precio de las gasolinas. Cosa que no sucederá cuando llegue “el cambio verdadero”, ¿verdad?
La presidencia de México, a renovarse en 2018, podría definirse en este 2017. Ya que López Obrador, a diferencia de 2006, no representa un riesgo de división, polarización política y social entre los mexicanos, sino un factor de unión contra el modelo económico neoliberal que vive sus últimos días, como se ha visto en casos como el Brexit en Inglaterra y el triunfo de Trump en Estados Unidos.
El PAN, más bien Ricardo Anaya, tendrá que buscarse otro “ogro del bosque” con quien comparar al tabasqueño, ya que la referencia hacia Nicolás Maduro en Venezuela ha perdido vigencia, luego de las escenas de la falta de gasolina previo al aumento en más de 10 estados del país, que se parecen más al chavismo fracasado. El escenario indeseable para la crisis mexicana es que la gente se vuelque en turbas hacia el súper mercado como consecuencia de la desesperación.
La gran confusión radica en que López Obrador se vende como un personaje de izquierda cuando su ideología es priísta y conservadora. El líder nacional de Morena necesita poner pronto sobre la mesa asuntos que interesan a los sectores progresistas del país, como el matrimonio igualitario y la interrupción legal del embarazo. Además de las acciones para combatir la corrupción, donde no sólo ha ofrecido “amnistía” e indulgencia para políticos
arrepentidos de otros partidos.
Y finalmente, ¿con quién ofrecerá gobernar el tabasqueño? Ricardo Monreal ha convertido la delegación Cuauhtémoc en un desastre respecto a la inseguridad y el uso del espacio público. Con colaboradores sin experiencia y algunos francamente poco éticos, como Pedro Pablo de Antuñano cuyo juicio por el dudoso origen de $600 mil pesos en efectivo sigue en proceso, muy cercano al carpetazo. El vocero César Yáñez tiene que explicar los favores que pidió a Manuel Bartlett para liberar de la prisión en Puebla a su pareja sentimental. Sería lamentable que una mayoría votara por AMLO en 2018 al ser el menos corrupto entre todos los candidatos.
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