* El autor es Premio Nacional de Periodismo 2016.
Está científicamente comprobado que México requiere profunda transformación. No hay de otra, considerando que a la república ya se la llevó el diablo gracias a la impunidad y corrupción engendradas desde el mero centro del sistema. (Nota.en lugar de “el diablo” iba a escribir “la tiznada” pero no lo hice por respeto a los ingenuos que creen que PAN o PRD aún pueden sacar de los escombros al país).
De manera que no existe otra solución que reconstruir esta ínsula barataria llamada México. Por obvias razones no sería a través de la violencia sino de forma tal que las mayorías participen y decidan el futuro inmediato. Y es que el sueño de los libertadores históricos ya no dio para más cuando la independencia es relativa
y casi nula ante el entreguismo de los gobiernos de los últimos tiempos. Y ni cómo negar el fracaso de las instituciones que en manos equivocadas fueron enviadas al cesto de la basura.
El proceso desarrollista y soberano iniciado hace más de doscientos años es una farsa que divierte al mundo al escuchar los discursos ridículos de quienes se atreven a hablar a nombre de los mexicas en los foros internacionales. Mientras tanto el país vive su último aliento. Y no por culpa de Trump ni siquiera del capital internacional sino de las oligarquías que tomaron la nación como propia adueñándose de “la gallina de los huevos de oro” a la cual alguna vez se refirió Peña Nieto.
Hay entonces coincidencia mayoritaria en sentido de que esto “ya tro-
nó” y que el único remedio es la creación de un proyecto nacional diferente el cual tendrá que ser concretado por medios pacíficos, salvo alguna circunstancia que obligara lo contrario
lo cual es harto difícil y menos cuando grupos como el EPR (Ejército Popular Revolucionario) o el EZLN decidieron guardar sus armas alineándose al sistema bajo quien sabe qué clase de acuerdos.
El Sub Marcos por ejemplo, ya sólo es un recuerdo perdido en el profundo azul de la montaña después de hacer realidad sus enfermizos anhelos protagónicos. Ahora resulta que el EZLN podría tener hasta candidato presidencial ingresando si excusa ni pretexto al juego de la simulación oficial.
Total que se requiere de otro México que realmente responda a las expectativas de una sociedad civil que dificultosamente transita entre hambre, inseguridad, desempleo y olvido gubernamental. No es juego, somos casi 120 millones de cristianos entrampados por la perversidad política.
En este escenario no se requie-
re mucha ciencia para suponer que los partidos tradicionales y sus respectivos liderazgos van camino al patíbulo construido por sus propios excesos, es decir por la corrupción, impunidad y todo lo que de esto deriva.
El nuevo rumbo
Por todo lo anterior no extraña que las encuestas favorezcan a López Obrador como opción válida para implementar la urgente reconstrucción que requiere la nación. Y es que el proyecto de “el peje” también se ha transformado. Ahora convoca a lo más representativo de la praxis social y económica, es decir a líderes, activistas y empresarios que piensan en México. Por ello tampoco es raro que intelectuales, científicos e investigadores serios lo apoyen en forma incondicional. Se trata del más importante esfuerzo para rescatar a la república de las garras de los tradicionales negociantes y explotadores del poder.
Usted dirá que quizá “el peje” comete el error de abrir los brazos a “grillos” de otros partidos que ven la oportunidad de “seguir en la danza”. Tiene razón, sin embargo hay que confiar en que la dinámica de los nuevos tiempos se encargue de eliminarlos ipso facto. Un ejemplo de tales oportunistas es Miguel Barbosa, este senador perredista que se cansó de golpear a AMLO y ahora se forma a su lado como si nada hubiera pasado. ¡Son los cínicos de la política!….y así hay otros muchos, incluso aquí en Tamaulipas, sobre todo en el PRI donde más se ha puesto de moda “el chapulineo”.
Quedamos en que México todavía tiene salvación por la vía pacífica y a todos nos conviene que así sea porque de seguir las cosas como están nos estaríamos acercando sin remedio a una insurrección violenta. Pero ojo que Miguel Ángel Mancera, Silvano Aureoles y Graco Ramírez no pueden ocultar su rostro de cómplices del PRI y por sus acciones los conoceréis.
Sucede que
Bueno sería que también se exigiera visa a los gringos que ingresan al país. Usted dirá que es mucho pedir dado
el sometimiento del gobierno mexicano hacia los vecinos y está en lo cierto. Ya quisiéramos que las autoridades trataran a esta clase de extranjeros como tratan a los paisanos pero está claro que la dignidad no es materia del supremo gobierno por más humillaciones que existan. Recordéis que el régimen tricolor agachó la frente cuando Canadá se puso difícil con el ingreso mexica e igual sucedió ante la estupidez de exigir una carta policiaca con costo de cien euros antes de viajar a España a pesar de los tratados vigentes. Esto último tocó a Calderón pero como dice AMLO, “PRI y PAN son los mismos”.
Y hasta la próxima.
