Actualmente, detectar el autismo y otros trastornos de su espectro, conocidos como TEA, solo es posible cuando el niño manifiesta de forma evidente los síntomas de comportamiento asociados al autismo: problemas de comunicación, dificultad para integrarse socialmente, dependencia excesiva de hábitos y rutinas, intolerancia ante los cambios y no poder asumir la frustración. Por eso el diagnóstico resulta muy complejo y hace falta recurrir a varios especialistas en distintos campos, con la consiguiente pérdida de tiempo.
Sin embargo, los niños afectados de TEA presentan diferencias en ciertos procesos metabólicos frente a los niños neurotípicos o “normales”. Estas diferencias en algunos metabolitos específicos se encuentran en la sangre. Y según un estudio desarrollado por investigadores del Instituto Politécnico Rensselaer en Troy (EE.UU.) es posible detectar el autismo a partir de la presencia de estos metabolitos en un simple análisis de sangre.
Juergen Han, director de la investigación publicada en la revista PLOS Computational Biology, afirma que “el método diagnóstico presentado en nuestro trabajo es el único capaz de clasificar a un individuo en función de que presente un TEA o un patrón neurotípico. No conocemos ningún otro método capaz de hacerlo utilizando cualquiera de los biomarcadores empleados en nuestro análisis y sobre todo con el grado de precisión que hemos logrado alcanzar”.
Los trastornos TEA, cuya causa es desconocida, tienen una prevalencia de un caso por cada 100 nacimientos y son mucho más frecuentes (proporción de cuatro a uno) en los chicos que en las chicas. Lo que sí se sabe es que los niños con TEA muestran diferencias en algunos procesos metabólicos, como en el metabolismo del carbono uno mediado por el folato (FOCM) o en la transulfuración. El resultado es que las sustancias o metabolitos derivados de estos procesos difieren entre los niños autistas y los niños neurotípicos. Estos metabolitos se pueden encontrar en la sangre y en los últimos años se habían llevado a cabo varios experimentos para detectarlos, pero hasta ahora sin suerte.
El nuevo estudio, llevado a cabo con muestras de sangre de 159 niños con edades comprendidas entre los 3 y los 10 años, 83 de los cuales habían sido diagnosticados como autistas y 76 como neurotípicos, mostró que mediante el análisis de los metabolitos del FOCM y de la vía de la transulfuración se podía clasificar a un niño como autista con una precisión del 97,6% o como neurotípico con una probabilidad del 96,1%. Sin embargo, los autores de la investigación asumen que aún deben realizarse más estudios para confirmar los resultados. En todo caso, además de mejorar el diagnóstico del autismo, el método podría ser útil para evaluar la eficacia de los tratamientos, tanto actuales como los que se puedan desarrollar más adelante.
Con información de Muy Interesante.