6 diciembre, 2025

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Las suertes de Osorio Chong

Columna Invitada

Uno de los atributos más importantes de la política mexicana es “atinarle” al bueno. Desde épocas inmemoriales, “jugártela” con el “bueno”, equivalía a pegarle al premio mayor del sorteo de la lotería nacional. Quien tenía la suerte o la inteligencia de haberse sumado, en tiempo y forma con el “elegido” por quien tomaba las decisiones contaba con seis años para cambiar su vida diametralmente.

Los miembros del equipo ganador, pronto cambiaban su forma de vida, porque de vivir en casas modestas adquiridas con créditos bancarios o de instituciones de gobierno, pasaban a habitar lujosas residencias en fraccionamientos exclusivos, compraban vehículos costosos producto de los negocios que el equipo cercano tenía acceso por el sagrado derecho de ser colaborador, amigo o amigo del amigo personal del elegido. También se hacían miembros de los club´s privados e inscribían a los hijos a escuelas privadas pagando cuotas exorbitantes. Luego se imponían la misión de olvidar el amargo trago de haber vivido en alguna ocasión en una colonia popular.

Una de las suertes del actual Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong es haber sido gobernador del Estado de Hidalgo del 2005 al 2011, los mismos años que Enrique Peña Nieto lo fue en el Estado de México. Es indudable que la proximidad de ambos estados y los helicópteros y aviones a disposición de los dos gobernadores, acortaron las distancias. Eso provocó que se vieran muy seguido y romper las formalidades, acercarse familiarmente para después empezar con los sueños y las elucubraciones para la conquista de la presidencia de la república.

Al poco tiempo, la diosa fortuna le volvió a sonreír al hidalguense, porque el gobernador del Estado de México resultó ser un hombre que honra la amistad a carta cabal, tan es así que muchos opinan que prefiere ser amigo antes que jefe. De esa manera, la proximidad la convirtieron en hermandad y después en complicidad. De ahí que se diga que unen más las complicidades que las amistades.

Pero donde la suerte se vuelca en él, es cuando su ya amigo gana la postulación del partido de ambos, luego la presidencia de México. En reciprocidad a su lealtad y trabajo a favor de la causa, Peña Nieto lo nombra en la posición que se supone es quien coordina al gabinete legal, salvo al amigo que es más amigo del señor, que no es otro que Luis Videgaray.

La inercia lo llevó a ejercer un protagonismo peligroso al inicio del sexenio, al grado que el fatídico día que los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional se manifestaron fuera del edificio sede de su encargo, quiso controlarlos con su oratoria. El caso es que el primer día le salió todo a pedir de boca, pero los siguientes días, la suerte le cambió. Todo lo que antes era de color de rosa, se tornó en un rojo vivo y peligroso, porque los muchachos del IPN le faltaron al respeto y exhibieron frente a los medios de comunicación. A partir de ahí, los enemigos naturales y detractores oficiosos hicieron el resto.

Como defensa, Osorio ahora se dedica a acercarse a los gobernadores de la oposición, pero especial afecto les guarda a los del PAN. Me imagino supone que van a jalar con él a la hora de la selección del candidato a la presidencia de la república, de otra manera, no se explica su cercanía con ellos. Y se podrá decir que es su trabajo institucional, pero bien dicen que “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.

Creo que le faltó entender que la gente esperaba que su trabajo se concentrara mayormente en regresar la paz y la tranquilidad en las regiones más afectadas, pero todo resultó igual o peor. Ese reclamo llega a Los Pinos.

Osorio Chong llega de nueva cuenta a Tamaulipas después de 3 años. En aquella ocasión se comprometió a que todo el peso del Estado Mexicano se aplicaría contra las fuerzas del crimen organizado y que los tamaulipecos volverían a vivir tranquilos. Eso tampoco sucedió. Ese reclamo también llega a Los Pinos.

Nadie duda que el señor Osorio Chong sea un hombre astuto e inteligente para la política. De hecho, el haberle atinado a Peña Nieto lo vuelve audaz en automático, pero así como un día cualquiera el brillo de una estrella se desvanece en el firmamento, así se le apaga la suerte a ciertos políticos que le apuestan más a la amistad o a las complicidades, que al trabajo.

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