La mescolanza entre el agua y el aceite, la representan el PAN y PRD
No son inéditas las coaliciones ocasionales. Se han dado desde 1988
Inmensa lista de aspirantes a candidatos presidenciales. ¿Se apunta?
Hace falta un operador que meta orden en el gabinete gubernamental
El descrédito que enfrentan los partidos políticos obliga a sus dirigencias a plantear alianzas pragmáticas (más de coincidencia ideológica), puesto que jugando solos en el proceso electoral federal 2017-18 prácticamente les sería imposible alcanzar triunfos inobjetables.
Sobre todo en la contienda por la Presidencia de la República, pues, hay que aceptarlo, se advierte una baja participación en las urnas –quizá más grave que en las justas del 2006 y 2012–, y esto precisamente haría que la legitimación del escrutinio corra (nuevamente) a cargo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tepjf).
Estamos a 76 días de instalarse formalmente el proceso (septiembre 8) para elegir (julio 1 del año venidero) jefe del Poder Ejecutivo Federal y al nuevo Congreso de la Unión (128 senadores y 500 diputados); aunque en 30 entidades igual habrá comicios para disputarse tres mil 326 cargos (locales) de elección popular.
Entre ellos nueve gobernadores.
De ahí el interés que exponen Alejandra Barrales Magdaleno (PRD) y Ricardo Anaya Cortés (PAN) para conformar una coalición, que, según ellos, impida al tricolor retener la Presidencia de la República y arrogarse la mayoría (relativa) del Congreso de la Unión.
Es decir, nuevamente fraguan la ‘mezcla del agua con el aceite’ que, en 2010 y 2017, les dio buenos resultados en las contiendas estatales de Puebla y
Nayarit (hablando de gubernaturas), como en Veracruz, cuando hace cuatro semanas se eligieron ayuntamientos, sin que su contrincante a vencer (léase
el PRI) les hiciera sombra.
No obstante el establecimiento de una coalición similar le sería harto desventajoso al membrete del Sol Azteca, por ser el partido albiceleste el que impondría al candidato presidencial y, por consiguiente, a la mayoría de abanderados a legisladores.
Así lo advierten las facciones de izquierda involucradas en el PRD y, por supuesto, los reductos (que ahí quedan) del ‘Lópezobradorismo’, que se oponen a ésa sociedad ocasional.
De cualquier forma quienes usufructúan ambos partidos y galantean entre sí (léase Alejandra y Ricardo) insisten en aliarse. Y hasta invitan de manera formal a Movimiento Regeneración Nacional (Morena) –pero con la condición de que el mentado ´Peje’ no tenga voz ni voto–, aun cuando éste luce favorito en las encuestas y públicamente ha dicho que la única coalición que aceptaría, hasta el momento, es con el PT.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), por su parte, accedería como acostumbra a colegiar con la mentada ‘chiquillada’ –léase el Verde Ecologista de México (PVEM), Nueva Alianza (Panal) y Encuentro Social (PES)–, en tanto que el Movimiento Ciudadano (MC) querría vender cara su adhesión al mejor postor.
Lo cierto, es que ninguno ha entendido que primero es el proyecto y, después, el hombre, por lo que hasta ahora el asunto de las alianzas aún está en veremos, pues tanto Barrales Magdaleno como Anaya Cortés, en su objetivo, no han logrado convencer al grueso de sus rebaños.
Y menos cuando la una y el otro adolecen de confiabilidad merced a las reyertas interpartidistas que ellos mismos han provocado.
En fin, cada cual es causante de sus propios verdugos.
Cofradías del pasado
El establecimiento de las coaliciones partidistas en la época moderna –si es que así se le puede llamar a los últimos 30 años–, se dio en 1988 con la sublevación de un grupo de priistas que inventó el Frente Democrático Nacional (FDN) –constituido por ellos mismos y los partidos Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Popular Socialista (PPS) y el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN)–, ante la imposición de Carlos Salinas de Gortari como candidato presidencial del tricolor.
Durante ese proceso se les unieron los partidos Mexicano Socialista (PMS), otrora Partido Comunista (PC); Mexicano de Trabajadores (PMT) y Revolucionario de los Trabajadores (PRT), llevando como abanderado a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Hay quienes aseguran que ganó el vástago del ‘Tata’ Lázaro.
Pero Manuel Bartlett Díaz –hoy senador por el PT–, quien entonces despachaba como secretario de Gobernación, pretextando una caída del sistema facilitó el fraude electoral. (Recuérdese que aquella época desde el Palacio de Covián se organizaban y decidían las contiendas).
En el 2000 se estableció la Alianza por México –integrada por el PT, PRD, Convergencia (hoy MC) y Partido Nueva Alianza (PAS)–, para (por tercera ocasión) postular a Cuauhtémoc Cárdenas; así como la coalición PAN-PVEM, que echó de Los Pinos al priismo, tal y como lo ofreciera su candidato Vicente Fox Quesada.
Seis años después (2006) el tricolor se alió con el Ecologista en una lid donde Acción Nacional jugó sin percherones, mientras la izquierda, en pleno, se sumó al proyecto de Andrés Manuel López Obrador –Coalición por el Bien de Todos–, quien (debo reconocerlo) ganó en las urnas. Pero en el más escandaloso entreguismo, el Instituto Federal Electoral (IFE), a cargo de Luis Carlos Ugalde Ramírez, otorgó el triunfo a Felipe Calderón Hinojosa.
El tabasqueño impugnó, pero finalmente el también llamado ‘Trife’ le confirmó que había perdido por unos cuantos votos.
En el 2012, el membrete albiceleste desechó alianzas; el PRI se alió con el PVEM; y el PRD con Convergencia (hoy MC) creando la sociedad llamada ‘Movimiento Progresista’. López Obrador fue su candidato y, tras impugnar el resultado comicial, recibió nuevo revés por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Corolario
Como habrá podido verse, las cofradías electoreras no son cosa nueva y tampoco tienen nada de extraordinario, salvo que por vez primera el PAN y el PRD coquetean abiertamente con miras a la elección presidencial no tanto por impedir que el PRI retenga la posición, sino por temor a Andrés Manuel López Obrador, quien, con, sin y a pesar de coaliciones, cabalga en caballo de hacienda rumbo a la residencia oficial de Los Pinos.
Al menos así lo reflejan las mediciones de posicionamiento político y es lo que se escucha en los mentideros.
De cualquier forma, hay que recordar que del plato a la boca, se cae la sopa.
Los que suenan
Hasta hoy, nada está decidido en torno a las candidaturas presidenciales de ocho de los nueve partidos –sólo Morena se mantiene firme–. Y por lo que observo sólo Margarita Esther Zavala Gómez del Campo –la esposa de Felipe Calderón Hinojosa–, estruja a la clase política panista para que defina cuál aspirante habrá de contender por la Presidencia de México.
Fuera de ahí, el resto de aspirantes de los ocho partidos operan tras bambalinas, pero de quieren, ¡claro que codician la nominación!
Por parte del PAN, en la palestra aparecen siete aspirantes:
1) Margarita, quien el 14 de junio del 2015 (hace dos años), anunció que buscaría la candidatura presidencial por el membrete albiceleste o la vía independiente, bajo la plataforma política ‘Yo con México’;
2) Rafael Moreno Valle Rosas (exgobernador de Puebla) se destapó el 27 de julio del 2016 y desde entonces ha hecho proselitismo abierto. A lo largo y ancho del país, con el rollo de promover su libro autobiográfico;
3) Ricardo Anaya Cortés alias ‘El Cerillo’, quien desde agosto del ’15 ha intensifica su presencia en la televisión con el rollo de que si se quiere se puede, causando irritación entre sus huestes por usar dinero de AN;
4) Miguel Márquez Márquez, el gobernador de Guanajuato, alentado por Vicente Fox Quesada, quien está decidido a boicotear a Margarita en su pretensión, porque Felipe Calderón Hinojosa lo hizo perro del mal;
5) Ernesto Ruffo Appel, exgobernador de Baja California, quien hace ‘como que la Virgen le habla’ pero alienta a sus huestes a promoverlo en las redes sociales, como el aspirante panista más sensato y ecuánime;
6) Miguel Ángel Yunes Linares (gobernador de Veracruz) también se apuntó el 4 de abril próximo pasado, reclamando ‘derechos’, por ganar al tricolor la gubernatura; y más ahora que ganó la mayoría de alcaldías; y
7) Juan Carlos Romero Hicks (exgobernador de Guanajuato y ahora senador), quien hace menos de dos meses (el 8 de mayo) aseguró tener los atributos para ser candidato panista al Poder Ejecutivo Federal.
En cuanto al PRI aparecen nueve:
1) Miguel Ángel Osorio Chong– el secretario de Gobernación, quien no acepta pero tampoco rechaza tener aspiraciones–, aunque podría ser un recurso presidencial para disfrazar sus verdaderas intenciones;
2) Ivonne Ortega Pacheco (ex gobernadora de Yucatán), quien dijo, en marzo 28 de 2016, tener intenciones de estar en la boleta electoral, a manera de candidata presidencial;
3) Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación, aunque con menos posibilidades por el rumbo que han tomado los asuntos a su cargo que, a decir verdad, son el punto de Aquiles para el señor de Los Pinos;
4) José Antonio Meade Kuribreña (secretario de Hacienda), quien es el responsable de la persecución oficial contra los contribuyentes. Pero le vale un comino, por lo que también levanta la mano;
5) Enrique de la Madrid Cordero (secretario de Turismo), hijo del ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado, quien pese a su opacidad logró mantener a flote al país siendo parte del neoliberalismo;
6) Luis Videgaray Caso, ex secretario de Hacienda y actual canciller mexicano, quien cargara con las erróneas reformas del Presidente (y por ello fuera sacrificado), pero retornó como el ave Fénix;
7) Manlio Fabio Beltrones Rivera (ex gobernador de Sonora), quien al frente del PRI perdiera nueve gubernaturas, pero está considerado en territorio nacional y allende el río Bravo como uno de los mejores políticos que tiene el tricolor;
8) Eruviel Ávila Villegas (gobernador del Estado de México), porque es clara su cercanía con el señor de Los Pinos y haber logrado el triunfo de Alfredo del Mazo Maza (o Del Mazo III) en la contienda pasada.; y
9) José Narro Robles, el secretario de salud pública federal, quien lo mismo iría como candidato independiente y hasta eso, con simpatizantes distinguidos, a quienes les diera cátedra en la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Hay otros
Según las estadísticas, el único político perredista que ha expresado su interés de competir por la presidencia es Miguel Ángel Mancera, jefe del Gobierno de la Ciudad de México.
No obstante, la alianza PAN-PRD está tan anunciada que eliminaría su pretensión.
Conclusión
Pobre luce la baraja respecto al proceso electoral que viene, según se ve con las cartas extendidas sobre la mesa.
Lamentablemente de ahí surgirán los candidatos presidenciales.
Y ni modo que sea cuento.
Falta operador
La administración gubernamental (de Francisco Javier García Cabeza de Vaca) transita por un proceso de reacomodo, tendiente a corregir fallas y omisiones, antes de entrar de lleno a la ejecución de acciones concretas, que den certidumbre al conglomerado respecto a su administración y por consiguiente, refrenden que sus dichos de campaña los ha cumplido con hechos.
Al menos los prioritarios.
Sin embargo, ninguno de sus colaboradores más cercanos se atreve ni siquiera, filtrar a la prensa, dónde y cuándo el mandatario desarrolla su quehacer cotidiano.
Y menos hay un secretario que dé la cara para corregir, informar y/o simplemente dar cuenta de sus acciones.
Se supone que el secretario general de Gobierno es el encargado de operar en éste sentido, pero tampoco da señales, así que, pregunto: ¿Dónde están
los operadores?
El Gobernador, bien lo sé, atiende cotidianamente múltiples tareas.
Y se ha rodeado de figuras talentosas para ocuparse de los rubros a su parecer más sensibles, pero pienso que, aún así, lo han dejado solo.
¿O acaso han dado la cara para aclarar hechos?
Ajuste al gasto
El reordenamiento administrativo del gobierno estatal no ha terminado y, por lo que se ve, tiende a extenderse en todas las dependencias porque sólo
inspeccionando estrictamente su funcionamiento podría detectarse, puntualmente, dónde están las fallas.
Desde el exceso de personal, la duplicidad de plazas, ‘aviadores’, y, lo que es peor, los proveedores que sin mediar licitación se benefician al facturar millonadas por compras y/o servicios.
Igual están en la mira los empleados que utilizan vehículos oficiales; la asignación de vales de gasolina y viáticos, así como los sobresueldos, compensaciones, bonos y comisiones, por representar un gasto mayor e injustificable.
Y en eso, precisamente, opera hoy Jesús Antonio Nader Nasrallah.
A la fecha, en los nueve meses (más/menos) de su gestión el ahorro ha sido sustancial. Pero él no está conforme. Y proyecta un ajuste hasta por 630
millones de pesos aproximadamente, al considerar que de que se puede, se puede.
Más ahora, cuando empapado del tema sabe que hay excesos en el gasto y es preciso eliminarlos por ser parte de los rubros improductivos.
¡Qué difícil tarea!
Sin embargo el ex diputado albiceleste (oriundo de Tampico) asoma claro interés por dignificar la administración pública.
Lo deduzco porque ha dispuesto:
a) No pagar más los servicios de telefonía celular a la burocracia;
b) Restringir el uso de vehículos oficiales, para que no se utilicen los fines de semana; y
c) Quitar los vales de gasolina cuando no medie labor oficial alguna.
Esto, en principio.
Pero sé, bien, sé, que su cometido va más allá: dignificar el ejercicio público, aunque pise callos de ex funcionarios y otros en activo; y de ahí, precisamente, pudiera derivar la malsana crítica en su contra.
E-m@il
jusam_gg@hotmail.com