Si es usted de los que piensan –muchos lo hemos hecho– que una opción para escapar de la violencia que aqueja a Tamaulipas es buscar otro Estado para vivir, temo que es una alternativa complicada a la cual seguir.
¿A dónde ir?
Lance una ojeada al escenario nacional:
En Sinaloa acaban de vivir días de terror que dejaron alrededor de 30 muertos; en Baja California lugares de tranquilidad histórica como La Paz o Los Cabos ya están sufriendo los estragos de la inseguridad mortal; Colima, Nayarit, Michoacán, Jalisco y Guerrero son un llano en llamas; Puebla, Morelos y el Estado de México no saben qué hacer para frenar a la delincuencia.
Sigue la lista:
En Chihuahua no ceden las jornadas trágicas a diario; Zacatecas es un polvorín, San Luis Potosí y Guanajuato dejaron de ser aquellos bucólicos rincones; Yucatán, Chiapas y Tabasco ya cayeron también en las garras de los grupos delictivos, la Ciudad de México está aterrorizada por la ola de homicidios registrada en apenas tres meses; nuestro vecino Veracruz es una larga fila de cruces y la Entidad que hasta hace poco se ha había convertido en refugio de miles de tamaulipecos, Querétaro, ya es azotada por asesinatos y asaltos cotidianos.
¿Para qué seguir con los demás Estados?… todos, en mayor o menor medida padecen el mismo viacrucis.
No persigue la descripción anterior el objetivo de mostrar un cuadro depresivo que nos hunda en la desesperación. Lo que intento hacer evidente es que si hay que luchar con nuestro trabajo honesto para sobrevivir, si hay que hacer un esfuerzo extraordinario para que el Estado de Derecho siga vivo, si tenemos que formar un frente común para resistir los embates de la ilegalidad, pues que sea aquí, en nuestra tierra, en donde muchos nacimos o fueron adoptados en forma generosa.
Que sea aquí, la tierra de nuestros padres y abuelos, la de nuestros hijos y en muchos casos nietos, donde mostremos que, aunque suene a slogan, seguimos, siendo más los buenos.
En una frase, que sea por Tamaulipas por lo que trabajemos y no por hacer progresar a otras latitudes que ni siquiera nos lo agradecerán.
Y aunque me tachen de ingenuo religioso, yo sigo orando porque este pedazo de patria recobre su paz y su orden. Que Dios nos ayude a todos a lograrlo…
NI CORRAL NI PATRÓN
El sábado pasado se llevó a cabo en ciudad Victoria la Asamblea estatal del PRI, rumbo a la celebración de su hermana mayor, la Asamblea Nacional, tras de la cual ya podrá hablarse en Tamaulipas de la renovación de su comité directivo, hoy todavía en estado de shock.
Fue una buena intentona de mostrar que los huesos viejos del dinosaurio aún tienen elasticidad y que sus músculos no han perdido vigor. Cerca de cuatro mil militantes asistieron a “hacerle casita” a sus figuras de primer nivel y aunque el acarreo sigue, por lo menos eso es una muestra de que sus estructuras no están sepultadas. Muchos criticaron el evento, pero casi nadie pudo entender que el tricolor en estos momentos está prácticamente empezando de cero.
El espectáculo, permítame llamarlo así, estaba destinado a hacer lucir la unidad del partido, pero una persona se encargo de “robarse” el show: el diputado federal Alejandro Guevara Cobos.
A Alex sólo le faltó bailar una polka para hacerse notar. Se tomó fotos con jóvenes, con mujeres, con la vieja guardia, con ex presidentes del PRI, con alcaldes y ex ediles y se convirtió en el amo de las “selfies”.
Muestra Guevara que no ha perdido el entusiasmo ni el “feeling”, pero muestra también que no ha perdido la costumbre de salirse del corral y tomar por asalto el papel protagónico.
Y ahora que no hay patrón, como dicen jocosamente en el rancho, “pues pior”…
Twitter: @LABERINTOS_HOY