Cuando la cuenta regresiva para la elección del 1 de julio del 2018, la llamada madre de todas las batallas electorales del país daba inicio, el PRI de Tamaulipas, al que se creía en estado vegetativo tras la severa contusión de junio del 2016, dio señales de vida.
Así es mis queridos boes, ahí estaban en el Auditorio de Universidad La Salle, no todos los que son, ni todos los que serán, pero si eran muchos, sin líder pero muchos, sin rumbo pero vivos, sin unidad pero juntos, sin delegado pero con un proceso en marcha.
Era la Asamblea Estatal del PRI, en la que se designaron 104 consejeros locales para la Asamblea Nacional y en la que además se aprobaron las propuestas que bajo la técnica tricolores; es decir sin chistar, llevarán a la cita federal.
Ahí estaba el enviado de Enrique Ochoa Reza, un tal Carlos Iriarte a quien identificaron como Secretario Organización del CEN, a quien parece que no le informaron que el PRI de acá estuvo más de un año inconsciente, inmóvil, moribundo, porque no reparó en usar las mismas frases trilladas y demagogas del PRI de los 80’s cuando nada les pasaba.
El auditorio lleno de ‘de bote en bote’ se sorprendió cuando reconoció “la organización y la emoción” de la militancia activa de su partido en Tamaulipas, como si los que estaban ahí no reclamaban antes que precisamente perdieron casi todo porque lo que les hacía falta era eso: organización y emoción, porque sus candidatos lo que menos inspiraron fue eso.
Aquí otro lugar común, otra frase bien leída del enviado de Ochoa Reza: “Un partido donde se suman todas las voces, todos los talentos; que nos sabemos complementar, que tenemos espíritu colaborativo, que sabemos complementarnos y que sabe ganar elecciones porque, sabemos que es la mejor oferta para los mexicanos”.
Es que no le dijeron que acá a los priistas de a pie se les hizo a un lado, que el candidato a gobernador Baltazar Hinojosa Ochoa fue colocado en una burbuja de la que salió hasta el día de la derrota, no le dijeron que a las mujeres gestoras, gritonas y encargadas de la operación las desplazaron las ‘Magnolias’, una especie de dañas de la alta burguesía que vestían Dolce Gabanna y olían a Channel.
No le avisaron que mujeres y hombres e incluso los jóvenes del PRI han estado encabronados todo este tiempo, porque si líder Baltazar abandonó el barco cuando comenzó a hacer agua y el resto de los que antes mandaban o se fueron a Morena porque allá creen que habrá chance de no quedar fuera de alguna aviaduría o se fueron a gastar los millones que robaron gracias a los cargos que ese partido les consiguió.
De todas formas, aunque el PRI estatal siga sin cabeza, la del sábado fue una muestra de que no está muerto, de que la maquinaria que gobernó durante 87 años a Tamaulipas no está completamente desahuciada, que el cambio de piezas averiadas le pueden volver a poner en funcionamiento.
Habría que sustituir las que si bien siguen jalando, ya rechinan como las de: la propia Aída Zulema Flores Peña que cree que es líder, o la de Pepe Hernández Cuesta que cuenta como segundo de abordo, o la oxidada por el desuso de Lucino Cervantes.
Habrá que ver si hay que descontinuar a: Mercedes del Carmen Guillén Vicente, al joven dinosaurio Ramiro Ramos Salinas, al malquerido Manuel Cavazos Lerma.
Ver qué tanto sirven: Édgar Melhem, Alejandro Etienne y otros que huelen tanto al pasado reciente y al de las atrás harto emproblemado.
Habría incluso que ver si se les da cabida en calidad de protagonistas a los geñistas de la calaña de Ricardo Gamundi y su pandilla que ya merodean lo que queda del ese partido.
Pero sobre todo habrá que ver si los priistas logran salir vivos de la que parece una inminente guerra entre los tricolores alineados con Eugenio Hernández Flores contra los que desde San Pedro Garza García Nuevo León lidera Egidio Torre Cantú.
Y es que el primero no se rinde y quiere retomar el control que tenía incluso los dos primeros años luego de dejar el mando, porque sabe que partir y repartir le significaría un buen botín de poder y negocios, mientras que el más reciente de los ex gobernadores estaría buscando incluso una posición en el senado, además de mantener posiciones de fuero que le permitan seguir blindado contra la advertencia de Francisco Javier García Cabeza de Vaca de que el que la hizo la pagará.
Desde el sábado y hasta que haya dirigente estatal ya podemos hacer apuestas, o ganan los de Geño y vuelve la vida loca al PRI o se impone Egidio y se desata la guerra de guerrillas entre ellos.
Todo ello, insisto, cuando inició la cuenta regresiva que culminará el 1 de julio del 2018 en que elegiremos un presidente de la República, 128 senadores, 96 de mayoría y 32 de representación proporcional, más 500 diputados federales, 300 mayoría y 200 de representación proporcional y 9 gobernadores, además de cientos de alcaldes y diputados locales por varios puntos del país.
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