MADRID. Un fósil de tobillo de 52 millones de años sugiere que nuestros antepasados prehumanos eran verdaderos acróbatas, maestros al saltar a través de los árboles, en contra de lo pensado hasta ahora.
Los primeros primates pasaban la mayor parte de su tiempo en los árboles en lugar de en el suelo, pero lo ágiles que eran cuando se movían entre las copas de los árboles ha sido un tema de disputa.
Durante años, los científicos creían que los antepasados de los seres humanos de hoy, monos, lémures y simios eran animales relativamente lentos, que usaban sus manos y pies para arrastrarse a lo largo de las ramas para extraer insectos o encontrar flores y frutas.
Pero un estudio que publica el Journal of Human Evolution sobre un fósil de tobillo sugiere que los primeros primates eran maestros en saltar a través de los árboles. Paleontólogos que trabajaban en una cantera en el sureste de Francia descubrieron el hueso, de 0.6 centímetros, la parte inferior de la articulación del tobillo.
El fósil se atribuyó a una criatura extinta del tamaño de una ardilla llamada Donrussellia provincialis. Anteriormente sólo se conocían restos de las mandíbulas y los dientes. Se piensa que Donrussellia podía ser uno de los primeros primates arbóreos, en la rama que conduce a los lémures.
Doug Boyer, profesor adjunto de la Universidad de Duke, estudió las características del tobillo de Donrussellia y las comparó con otros animales, utilizando algoritmos informáticos para analizar la forma digital tridimensional de cada pequeño hueso.
Se sorprendieron al descubrir que el tobillo de Donrussellia no era como los de otros primates, sino más similar a los de los tupayas y otras especies no primates. Los análisis del equipo también sugieren que el animal no sólo trepaba o corría a lo largo de pequeñas ramas. En cambio, pudo haber sido capaz de saltar entre troncos y ramas, usando sus pies de agarre para asegurar el aterrizaje.
Los investigadores dicen que, al contrario de lo que muchos científicos creían, los primeros primates pudieron haber desarrollado primero sus habilidades acrobáticas de salto, mientras que los cambios anatómicos que les permitieron aferrarse a las delgadas extremidades de las ramas y pasar de árbol en árbol vinieron más tarde.
“Ser capaz de saltar de un árbol a otro podría haber sido importante, especialmente si había depredadores de tierra alrededor en espera para cazarlos”, dijo Boyer en un comunicado.
Con información de Excelsior.