19 abril, 2025

19 abril, 2025

Están despertando al México bronco

Escenarios

En los años 70s del siglo pasado, surgió el un escritor que se atrevió a tocar el tema del presidencialismo abiertamente en pleno apogeo del Sistema Político Mexicano: don Daniel Cossío Villegas.

Este politólogo se formó en el extranjero, concretamente en Harvard y en Cornell e hizo su maestría en la London School of Economics y su Doctorado en el Instituto de Estudios Políticos de París.

Lo interesante de don Daniel, es que se aventuró a desafiar el compromiso de silencio que existía en torno a la figura presidencial cuando el autoritarismo ejercido por el Jefe de las instituciones se encontraba en el pináculo del poder.

En esa época, una regla no escrita que nadie debía desobedecer: no se debía tocar, criticar, pensar, ni mucho menos actuar contra el jefe del poder ejecutivo federal, so pena de ser víctima de una reacción violenta por las fuerzas represoras del Estado. En las entidades federativas, se daba el mismo tratamiento por parte de los gobernadores, es decir; campeaba por doquier, el absolutismo de Estado disfrazado con una mínima dosis de democracia.

Cossío Villegas escribió una serie de libros sobre política mexicana, llegando a molestar al presidente Luis Echeverría cuando anunció en su libro El Sistema Político Mexicano, que los regímenes emanados de la revolución eran una “monarquía sexenal, absoluta y hereditaria por línea transversal”.

Recuerdo bien que Echeverría ordenó un ataque frontal contra don Daniel por parte de sus amigos periodistas pensando que nadie se daba cuenta que él estaba detrás de la embestida. Las críticas llovieron contra el intelectual. El presidente Echeverría tiraba la piedra pero escondía la mano. Creo importante aclarar que Echeverría fue el objeto de estudio de Cossío a tal grado que coincidió con un politólogo influyente de ese tiempo, Robert Dalh, al asegurar que había una correlación entre el abuso de la palabra y la efectividad, es decir, “entre más se habla, menos se hace”. Para muestra, los informes de Echeverría, llegaron a durar más de siete horas y sin ir al baño, donde los aplausos y puestas de pie de los asistentes correspondían con el anuncio de obras, acciones y verborrea revolucionaria.

Con el paso de los años, la presión social doméstica y las tendencias mundiales abrieron el sistema. Jesús Reyes Heroles, siendo Secretario de Gobernación en el régimen de José López Portillo, implementó la representación proporcional en la cámara de diputados para que las minorías pudieran expresar su sentir en el marco constitucional. Poco antes, había declarado ante el congreso de Guerrero, que el régimen tenía que permitir el acceso de éstas para no despertar el México bronco y violento.

La Reforma Política de 1977, fue el inicio del verdadero juego democrático en nuestro país, sólo que el modelo económico no avanzó a la par de la vía político electoral.

Un sexenio después, el arribo de Miguel de la Madrid a la presidencia de la república, cambió la percepción de nación. Ahora el sector empresarial participaría en política, el sistema económico dejaría de ser de economía mixta y los medios de comunicación pasarían a ser determinantes en la cosa pública.

Sin duda, que el país marchó con relativa calma económica por espacio de los 6 años de Carlos Salinas, pero la enorme y pesada deuda pública crecía conforme las administraciones federales acudieron con singular alegría a los préstamos fuera del país para financiar su desarrollo. La falta de visión o compromiso social, provocaron que poco se invirtiera en promover empleos bien remunerados. Por otro lado, el crecimiento de la población en forma indiscriminada y la expulsión de miles de jóvenes al mercado laboral, fueron dos asignaturas que el gobierno no pudo atender.

El colapso de país o lo que ahora llaman Estado fallido, fue producto de permitir que el 17%  del producto interno bruto se concentrara en apenas 36 familias mexicanas. Esto es francamente inaceptable en cualquier sociedad moderna que además provoca una terrible realidad; las asimetrías sociales, que ya son un peligro para el Estado Mexicano.

Es incuestionable que el costo de haberse retrasado en tomar decisiones estratégicas estructurales alcanzaron al país.

No es posible imaginar a este país sin las reformas de Enrique Peña Nieto.

Pero ahora, el gobierno se enfrenta a un grave problema que es peor al que se vivió en la era de Reyes Heroles: la clase política está enfrentada y no parece que por el momento quieran llegar a los consensos ni mucho menos a anteponer los intereses nacionales a los particulares.

Aparte de todo, desde que la tecnocracia asumió el gobierno, la mayoría de los cargos públicos parecen estar reservados solo para los ricos y/o los hijos de los ricos. Parece muy poco probable que el ciudadano de a pie pueda acceder a los cargos que pudieran incidir en el rumbo de la nación. Esto estimula nuevos niveles de desesperanza en el colectivo imaginario.

La historia parece que se repite.

Las condiciones que motivaron la revolución de Independencia de 1810 y la revolución mexicana de 1910, aparecen de nuevo.

El México bronco anunciado por Reyes Heroles parece que emerge en un México desunido, gracias a las ambiciones desmedidas de los presidentes de los partidos políticos de este país.

El próximo año, el 2018, sería fatídico si no cambian las condiciones.

Y por lo que se ve, no hay ni para donde ni para cuándo.

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