Al terminar la ceremonia del 102 aniversario luctuoso de José María Morelos, el señor Presidente expresó a los medios de comunicación que este año “logramos mantener el barco a flote”, tanto generando empleos, como creciendo económicamente.
La expresión se puede interpretar de varias maneras y una de ellas, quizá la más acertada, es que el barco está en un momento difícil, apenas a flote, y a lo mejor ya inundándose el cuarto de máquinas y la tercera y segunda clases; los únicos que están bien son los pocos de primera clase.
El crecimiento económico es pírrico y no permite generar la cantidad de empleos que se necesitan; sería muy conveniente que el gobierno aclarara si estos empleos generados, que tanto presume, son nuevos o meramente la formalización de algunos ya existentes, lo cual, por cierto, merece una felicitación, porque aparte de darles seguridad social, también pagan impuestos y se reduce la brecha de la informalidad.
Ahora bien, por más que queramos endulzar el año, con la Fórmula Uno o el partido de futbol americano de la NFL, es casi imposible hacerlo, nada más hay que revisar las noticias de este mes de diciembre para darse cuenta de cómo va la nave mexicana. Empecemos con un tema de lo más lacerante y que muestra la incapacidad gubernamental para atajarlo: se comenta que este año cerrará como el más violento en 20 años, sobrepasando ya la cifra de 26 mil 500 personas asesinadas por una u otra razón, la mayor parte ligada al narcotráfico, pero también se han incrementado los feminicidios.
Los ciudadanos de todo el país están hartos de tanta inseguridad; hace unos días se publicó un dato que señala que con toda seguridad los celulares robados sumarán un millón durante 2017, y ciudades como la de México o La Paz, que eran consideradas como santuarios de tranquilidad, han dejado de serlo. Los gobiernos federal y estatales no han podido en este tema.
Ante esta situación, el gobierno promulgó una Ley de Seguridad Interior, cuyo cuestionamiento ha sido de tal tamaño que se han salido por la tangente y le han pedido a la Suprema Corte de Justicia que intervenga. Dudo que haya en los anales de México otra decisión del Ejecutivo como ésta.
En este barco apenas a flote la desigualdad y la pobreza reinan que, como bien ha apuntado la Secretaría Ejecutiva de la Cepal en su reciente documento sobre el Panorama Social de América Latina 2017, a pesar de los miles de millones de pesos que se han destinado a combatirla, la mitad de nuestra población sigue siendo pobre.
El gobierno no se dio cuenta, o si se dio no le importó, que los aumentos a los energéticos del mes de enero de este año traerían consecuencias graves a la economía y la población, sobre todo aquella que está en condiciones de pobreza, e incluso a las clases medias. El resultado ha sido fatal y lo que es peor, no saben qué hacer.
La inflación ya se les salió de las manos y seguramente alcanzará siete por ciento este año; esta semana el dólar ya está a más de 20 pesos y el Banco de México pasmado. Qué oportuna la salida, que más bien parece huida, del señor Carstens, quien falló al final de su mandato en dos de sus tareas fundamentales.
Qué va a pasar con nuestra relación con el pendenciero señor Trump, a pesar de las declaraciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores que manifiesta y celebra como un logro el diálogo con Estados Unidos. Seguramente deben estar contentos, sobre todo con la sumisión ante ellos al abstenerse nuestro país, junto con Canadá, de condenar al imperio por la provocación y estupidez del traslado de su embajada a Jerusalén. La mayoría de las democracias occidentales, más de 120 países, lo condenaron.
Con estos datos y otros muchos que leemos diariamente no sabemos qué va a ocurrir el año que viene, ahora que se confirma a través de The New York Times que el gobierno ha destinado millones de dólares en su propaganda y que, como hemos visto, hasta la fecha no le ha servido.
Lamentablemente, no veo que esta nave que apenas se mantiene a flote tenga para 2018 “un futuro muy exitoso promisorio y de mucha esperanza”.