Un panorama desolador se abre en el gran angular de la cámara fotográfica.
Ni un testimonio reciente que ofrezca a nuestra mirada el estímulo de la creación artística. La columna vertebral que conmueve a los pueblos, el arte y la cultura.
Sombrío panorama que no muestra ni bajas ni subidas en un plano de 180 grados. No hay sol que ilumine la obra, la poesía de los artistas, quienes crean y recrean al mundo. Los artistas parece no existen.
Como no existen los canales para su difusión.
Quiero decir que estamos ante lo incierto, ante lo impredecible de un paisaje desolador.
Los artistas, los creadores, los grupos sociales, la comunidad artística se mueve en arenas movedizas.
Ahogar a los nuevos valores, cerrar el paso a las expectativas de los artistas, los pocos artistas que desfilan en el estado.
Ante el paisaje gris hay que dar pinceladas y brochazos de color y alarma.
Sólo el color puede salvarnos, el color del pensamiento y la inteligencia para generar
propuestas que aterricen en este paisaje de grisesy de pobreza visual.
Abrir el obturador con el ojo de la esperanza.
Una buena pincelada se hace necesaria y oportuna.