EL KIOSKO lo reitera: cada elección es distinta, cada proceso electoral es diferente. La elección 2019 no se parecerá en nada a la de 2018.
El proceso electoral con el que se definirá la renovación del Congreso del Estado, el cual de manera constitucional inició ayer con la primera sesión del Consejo General del Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM), se desarrollará en circunstancias y condiciones muy distintas a la histórica jornada que se vivió el primero de julio de este año.
Para comenzar, solamente se elegirán diputados locales, nada más. El Poder Legislativo estatal se integra por 36 diputados locales, 22 de mayoría relativa (los que son votados en las urnas, en cada distrito) y 14 de representación proporcional.
Las diputaciones, tanto federales como locales, no están en el radar de la gran mayoría de los ciudadanos. La composición política del Congreso del Estado es algo que no despierta interés ni menos pasión entre las masas.
A diferencia de las elecciones por la presidencia de la república, la gubernatura del estado y, en particular, las presidencias municipales, las contiendas por las diputaciones locales (y federales) son frías. No calientan a nadie.
Bajo esa perspectiva, el proceso en el que se renovará el Congreso de Tamaulipas el próximo año será una elección de muy baja participación ciudadana, con un pronóstico de asistencia a las urnas por debajo del 40 por ciento del padrón electoral.
Sin embargo, eso no quiere decir -para nada- que el proceso que definirá la nueva composición política del Congreso del Estado no sea trascendente.
Todo lo contrario: los partidos políticos se encuentran muy interesados en la elección tamaulipeca que se realizará el domingo 2 de junio de 2019.
Cada partido político tiene sus prioridades y objetivos en el proceso electoral del siguiente año en las tierras de lo que fue el Nuevo Santander. El PAN quiere mantener su hegemonía en el Congreso del Estado. Morena desea romper con esa hegemonía blanquiazul en el Legislativo de la entidad. Y el PRI se juega la vida.
‘La chiquillada’ también tiene sus motivos: El PT quiere desde ya una alianza con Morena para no exhibir sus miserias. El PRD coquetea con el partido
lopezobradorista en busca de una alianza. El Movimiento Ciudadano (MC) ya comenzó a recordar que es, se supone, de izquierda.
¿Y el Partido Encuentro Social (PES) continuará de la mano del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)? ¿O romperá en el trayecto… cuando salgan a relucir las notorias diferencias ideológicas que existen entre el lopezobradorismo y el mini-partido de tendencia conservadora?
Por supuesto, la confrontación estelar por la Sexagésima Cuarta Legislatura estatal será la que escenificarán el PAN, que detenta el gobierno del estado; y Morena, partido en el poder federal. Serán dos maquinarias que tratarán de estar en su mejor momento el primer domingo de junio del año próximo.
Es decir, la elección en la que se renovará el Congreso del Estado será un choque de estructuras, una confrontación de maquinarias listas y aceitadas para movilizar a sus militantes y simpatizantes.
En ese contexto, el PRI es una organización partidista especialista en el manejo y la operación de estructuras. El problema es que hoy no tiene recursos para movilizar a su militancia. El tricolor es un partido en quiebra económica. Para llevar a ‘su gente’ a las urnas, deberá convencer (lo que se antoja complicado).
Esas estructuras priistas, las que todavía se mantienen fieles a la nostalgia tricolor, serán el objeto del deseo de panistas y morenistas. Esa es la realidad, esa es la ‘Política Real’. PAN y Morena van por las estructuras -y los operadores- del priismo tamaulipeco. ¿El PRI logrará mantener la fidelidad de sus militantes?
Cuando muchos han decretado la muerte del Revolucionario Institucional, el viejo partido obtuvo casi 375 mil votos en todo el estado en la elección del pasado primero de julio, en la disputa por las presidencias municipales, y estuvo a punto de alcanzar los 300 mil sufragios en la batalla por las senadurías.
Esa una votación que resulta más que interesante, sobre todo si el siguiente proceso electoral se resolverá con la capacidad de movilización de las estructuras.
Se reitera: cada elección es distinta. En 2019, AMLO no va a estar en la boleta, pero Morena ya va a estar en el poder federal. El PAN, por su parte, demostró en este año que cuenta con una maquinaria para ganar la elección local (se llevó 31 alcaldías). Y el PRI, que busca sobrevivir, va por distritos específicos, por ‘tiros de precisión’.
Y PARA CERRAR…
Por cierto, los cinco estados en los que habrá elección en 2019 son gobernados por Acción Nacional (Quintana Roo lo ganó en alianza con el PRD).




