* El columnista es autor de las novelas “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Enrique Peña Nieto podría ser el último presidente en disfrutar el poder total. Aunque en la misma medida lo extrañará cuando, por obvias razones, “amigos” y favoritos lo abandonen.
Pero por lo pronto, ¡a vivirlo a plenitud!.
La noche del quince, observamos escenas que parecieron no corresponder a México, sino a otros países donde aun padecen costumbres imposibles de aceptar en democracias consumadas.
Solo faltó que en Palacio Nacional los invitados especiales rindieran la pleitesía acostumbrada a monarcas de rancio abolengo.
Y es que en el salón “de embajadores” revivieron las tertulias con las que Iturbide, Santa Anna o Maximiliano, pretendieron ocultar la realidad que finalmente los destruyó.
En este encanto cortesano, y envuelta en el velo fantástico de la simulación, apareció la pareja real.
Ella, vistiendo de impactante rojo con una prenda “a todo vuelo” (pagada por los mexicas, desde luego), que llegaba al piso provocando la admiración de los presentes. (Y también de los ausentes, resignados a seguir la telenovela por la pantalla chica, aunque distorsionada a ratos por “comentaristas” más preocupados por mantenerse en las nóminas de gobierno, que en contar la historia auténtica de la lucha de Independencia).
Relatan los textos que en otros tiempos, las esposas de los virreyes imponían la moda, incluso realizaban negocios, aprovechando la ingenuidad de las damas que en enfermiza desesperación buscaban imitar la elegancia europea.
Y viera que esa noche “del grito”, la semejanza no fue mera coincidencia.
Por su parte EPN, de rigoroso traje obscuro, resaltando sobre su pecho la banda oficial que, pareciera no volverá a lucir hasta el primero de diciembre cuando la entregue al presidente del Congreso, Porfirio Muñoz Ledo, quien a su vez la turnará a López Obrador.
Por supuesto AMLO no utilizará dicha banda en eventos posteriores, porque le confeccionan la propia que no será distinta en lo material, pero estará inspirada en objetivos y sentimientos diferentes.
El asunto es que la noche del quince, los mexicas observamos una corte rendida a los pies de sus soberanos, mientras a unos metros de distancia el fervor patrio se desbordaba por miles de gargantas que frenéticas vitoreaban a sus héroes. Estos sí de verdad.
En lo alto, como corresponde al don divino, la familia real completa disfrutaba del espectáculo por última vez. Dos meses y algunos días, restan para que sus miembros sean lanzados al archivo de lo inservible.
Y con mayor razón si se aplican las disposiciones del congreso en cuanto a que dejarán de ser mantenidos por los contribuyentes, por los días de los días.
La revolución de AMLO ha sido pacífica. Nada que ver con la realizada por el pueblo ruso que recordéis, condenó a la pena máxima tanto al Zar Nicolás Románov, como a su
esposa Alejandra e hijas, llevándose en el viaje a sirvientes y hasta el médico familiar.
Es simple referencia. Nada de suponer que en México pudo haber sucedido lo mismo, si no se encausa el enojo social a tiempo.
¡Ah, pero qué cerquita estuvimos!.
NO ES ROSARIO, SON ELLOS.
Este fin de semana el presidente electo volvió a mencionar a ”la mafia del poder”, en relación con las acusaciones contra Rosario Robles Berlanga.
AMLO asegura que la están utilizando, “los de arriba”, calificándola como “chivo expiatorio”, a pesar del historial no muy recomendable de la hembra en cuestión.
Eso es lo de menos, si consideramos que López Obrador habló de castigos y juicios en casos que lo ameriten.
En este sentido, está claro que no solo cambia el discurso de “amor y paz”, sino echa por tierra eso de que “no habrá cacería de brujas”.
Es evidente además, que escucha el clamor general contra la impunidad que crece y se agiganta por brechas, caminos y veredas.
Pero también podría ser respuesta a la campaña del régimen tricolor, en cuanto a calificar a la mayoría parlamentaria de “contradictoria”, “incapaz” “ridícula”, “lumpen” y enfrentada entre si.
Además de que los voceros oficios en distintos medios, siguen tupiendo al tabasqueño con singular alegría.
La reacción de AMLO parece natural ante la creencia tricolor de que habrá “borrón y cuenta nueva”, no como una gracia en busca de la reconciliación nacional, sino como signo de debilidad de López Obrador.
Aquí está el error de los que se van y que les puede resultar caro.
Y respecto de Rosario Robles, lo menos es exigirle cuentas, juicio al canto “tope donde tope”.
SUCEDE QUE
En El Salvador, el ex presidente Elías Antonio Saca cumple pena de cárcel por diez años, acusado de lavado de dinero y peculado. Además está obligado a regresar 260 millones de dólares.
¿A poco no sería lindo que el próximo gobierno en México imitara el ejemplo de este pueblo “hermano menor”?.
Y hasta la próxima.