Carambas, cambió el clima y hoy oscurece más pronto por lo tanto procure terminar su trabajo un hora antes de lo acostumbrado, si es que no quiere que la oscuridad lo agarre fuera de casa y menos en estos días donde incluso tenemos amenazas de lluvias, fríos y nortes al por mayor. Ayer, una amable voz se dejó escuchar en mi celular preguntándome dónde me encontraba y, al responder que me hallaba en casa de mi hijo, en el mismo tono respondió: pues deseo verte y devolverte algo que es tuyo.
Pues en diez minutos voy a esperar me vuelvas a hablar y me digas dónde localizarte. Transcurrió el tiempo y al momento me hice presente en el lugar indicado. Afortunadamente, aún no llegaba la persona esperada, lo que por cierto me alegró, pues soy enemigo de las llegadas tardes y de las informalidades.
Lo malo fue que el tiempo pasó hasta completarse tres horas y nada de la persona esperada, afortunadamente aproveché la espera para atender algunos asuntos relacionados con mí trabajo y platicar con algunas personas del mundo político tamaulipeco, por lo tanto no perdí mi tiempo pues supe aprovecharlo lo mejor que pude.
En fin, sea por Dios y las once mil vírgenes del firmamento. Caray, otra vez a corregir el reloj para ajustarlo al nuevo horario, por lo tanto no se le olvide atrasarlo una hora, lo malo de todo este cambio es que hay que volvernos a acostumbrar.
A propósito ¿no sabe o se imagina de quien fue la idea de estas modificaciones a nuestros relojes? Ahí se las dejamos a nuestros atentos lectores y lectoras. Mire usted, tengo en mis manos tres fotografías que podríamos decir son históricas, una de estas data del año de 1950 y proyecta la visita a Llera del entonces gobernador Raúl Gárate Legleú. La gráfica fue tomada en el ejido San Rafael.
La siguiente imagen corresponde a los tiempos de Norberto Treviño Zapata y el alcalde de Llera, era don Jesús Hernández. Este último desfilaba en compañía del cabildo y pasaban frente al viejo edificio del ayuntamiento construido a base de sillar allá por los años treinta, derrumbado en 1952 para levantarse el actual de dos plantas que hoy se le puede ver cada vez que el lector cruce por la plaza Miguel Hidalgo esquina Morelos con Servando Canales.
La última fotografía corresponde a las oficinas de la Estación del Ferrocarril en el ejido Ignacio Zaragoza y que manos extrañas destruyeron según se dijo para que no hubiera broncas a causa de la venta del mencionado ferrocarril con sus vías y oficinas administrativas.
En fin, las tres imágenes de las que hablo son históricas y años hace que obran en poder del que esto escribe.
A propósito no las presto, ni las vendo y tampoco las alquilo pues en dos que tres ocasiones he facilitado importante material histórico para enriquecer el pabellón de recuerdos y jamás regresaron a mis manos, por lo tanto decidí no facilitar una sola más. En fin eso y más merezco por bruto y creído.
¡HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE!




