Un sexenio más termina y con ello concluye toda una era del llamado príismo tecnócrata. A partir del 1 de diciembre, Enrique Peña Nieto será un mortal mexicano más… y sin goce de sueldo.
La época de Peña será recordada como un espacio de poder en donde la corrupción, la inseguridad y su consecuente impunidad alcanzaron niveles extremos.
En lo que respecta a corrupción, por ejemplo, durante todos estos seis años se mantuvieron intocables muchos funcionarios ligados al sonado caso de la constructora Odebrecht. Según investigaciones de The New York Times, PEMEX avaló decenas de convenios por miles de millones de dólares a esta empresa brasileña y sobornó a gran cantidad de funcionarios. Prácticamente nadie de alto nivel ha sido procesado.
De hecho los casos de constructoras favorecidas fueron un denominador común con el presidente saliente. The Wall Street Journal publicó una investigación de conflicto de intereses en donde se acusó a Luis Videgaray, canciller saliente y ex secretario de Hacienda, de haber hecho una cuestionable compra de una millonaria residencia en Malinalco.
También recordarán la famosa investigación de Carmen Aristegui y su equipo que reveló la existencia de la “Casa Blanca” mexicana. Y no hay que olvidar la célebre “Estafa Maestra”, una revelación de Animal Político en la que desenredó un sistema de 128 empresas fantasma a través de las cuales el Gobierno Federal Mexicano desvió más de 400 millones de dólares a través de una red de manejo de dinero que involucró a 11 dependencias del Estado, ocho universidades públicas, diversas empresas privadas y más de 50 servidores públicos de distintos niveles de gobierno.
La inseguridad fue un segundo elemento que distinguió a la administración saliente. Al finalizar el sexenio de Peña Nieto se contabilizaron 150 mil personas asesinadas. En el gobierno de Calderón, la cifra sumó 121 mil víctimas, lo que representa un incremento del 20 por ciento en la administración que se va. En particular, los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa quedarán como dos de los más dramáticos en la historia del México contemporáneo.
Y en lo que respecta a periodistas, la era peñista cierra en su haber un récord de 47 profesionistas de los medios asesinados, la mayoría aún casos sin resolver, según la organización internacional Artículo 19.
¿Qué podemos esperar del nuevo gobierno en relación a este cuadro de escándalos del sexenio que termina? ¿Aplicará una política de investigación seria y de recuperación de la confianza en la Presidencia como institución?
Muchos piensan que la línea será dura y maciza contra los políticos que se retiran y que tendrá como objetivo no solo afianzar la imagen del nuevo mandatario, sino también pretenderá marcar una línea de autoridad muy distinta. Sin embargo, el presidente entrante ha declarado que no habrá —al menos en el inicio de su mandato— ninguna persecución por corrupción.
Los mexicanos, sin duda, se encuentran muy agraviados por este sexenio que se va y que deja muchas cuentas pendientes por aclarar. Lo importante será seguir las instancias de justicia para tratar todos los casos relevantes de la Era Peñista y que no queden en una simple “cacería de brujas” con fines partidistas y de venganza.
Por lo pronto el primer acto de justicia se cumple el 1 de diciembre. Debido a la nueva Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, Enrique Peña Nieto será el primer presidente de México que deja su mandato sin sueldo. Nada. Cero. Ni un centavo de pensión.
Que no olvide dejar la llave…