La elección de mañana en Tamaulipas, donde se elegirán a los diputados locales que formarán parte de la siguiente legislatura del Congreso del Estado, será fría, de escasa participación ciudadana.
Esto se sabía desde el momento en que se definió ‘el ajuste’ para las elecciones estatales, entre ellas, las que configuran la integración del Poder Legislativo, coincidan con los procesos federales intermedios.
Por única ocasión, la elección de los diputados locales tamaulipecos va sola. En las casillas, los ciudadanos recibirán una sola boleta electoral, con los nombres de los aspirantes a ocupar un asiento del Congreso del Estado por la vía de la mayoría relativa.
Durante la historia reciente de la entidad, los procesos para elegir a los diputados locales iban acompañados cada tres años de las elecciones por las presidencias municipales y cada seis años por la contienda de la gubernatura del estado.
Al estar en juego los cargos de gobernador o alcaldes en las urnas, la elección de los diputados locales pasaba a un plano cercano a la indiferencia. Ni sus nombres ni su perfiles interesaban mucho a los votantes.
Incluso, muchos legisladores locales llegaron a ganar gracias al efecto ‘cascada’ causado por los candidatos que competían por la gubernatura o por una presidencia municipal.
Inédita por esa razón y porque el periodo de la siguiente Legislatura será de sólo dos años, esta elección establecía un reto para los partidos políticos y sus aspirantes: captar la atención de los votantes.
A lo largo de 45 días, los candidatos de algunos partidos políticos -no todos, como suele suceder-, emprendieron sus campañas con activismo y entusiasmo en busca del voto. Recorrieron colonias, calles, plazas, mercados. Ofrecieron discursos y plantearon compromisos. Sudaron la camiseta.
Sin embargo, el pronóstico indica que la jornada electoral de este domingo se caracterizará sobre todo por su frialdad, por la baja participación ciudadana, por la reducida asistencia a las urnas.
Poder incomprendido por la sociedad mexicana, el Legislativo es fundamental para comprender la instrumentación de un concepto tan anhelado en la modernidad política: la democracia.
Este punto resalta una incongruencia casi de origen: Los mexicanos quieren una democracia funcional, tanto en el país como en los estados, pero no muestran interés en participar con su voto en la conformación de los Congresos (en este caso, el Poder Legislativo tamaulipeco).
El desinterés ciudadano en las elecciones legislativas tienen que ver, en primera instancia, con la cultura política del mexicano: se encuentra a la espera de que un tlatoani, un virrey o un mesías que despache en Los Pinos o en Palacio Nacional solucione, por mandato y con poder divino, los problemas del país. Eso, por supuesto, jamás sucederá.
La creencia de que un solo hombre resolverá las más graves problemáticas del país, del estado o de un municipio, es producto de costumbres y tradiciones que no han querido ser desterradas con la instrumentación de un auténtico sistema educativo de calidad (cosa que no existe en el país).
Tamaulipas tardó 16 años más que el resto del país para vivir una alternancia en el poder. La transición democrática llegó con marcado retraso. La sociedad tamaulipeca es pasiva, así lo indican los datos que proporciona la historia.
Esa pasividad social, sin duda, se reflejará mañana en las urnas, en una elección fría por el Congreso del Estado.
No obstante, esta elección interesa (y mucho) a los principales actores del sistema político estatal, ya que se definirán los nuevos márgenes de poder e influencia -por ejemplo, en la relación entre el gobierno estatal y la Federación- en un contexto cambiante y teñido de incertidumbre.
La historia, sin lugar a dudas, será muy diferente en dos años, en la elección 2021, cuando se vuelva a jugar el Poder Legislativo estatal, pero ahora sí junto con las 43 presidencias municipales y, por vez primera, con el proceso electoral intermedio en que se votarán las 9 diputaciones federales.
Todo eso justo a la mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador y un año antes del fin del periodo sexenal del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Esa elección, la que se registrará en 2021, sí despertará la pasión y la participación de la sociedad tamaulipeca. Al tiempo.