* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”. Además, Premio nacional de periodismo 2016.
Tan acostumbrado estaba el PRI al sometimiento desde Los Pinos, que ahora no sabe qué hacer con la elección interna.
Ya sabéis, se trata de encontrar a la dirigencia para el periodo 2019-24, mediante votación abierta a realizar el once de agosto, y ha de disculpar, pero pa’ mi que “ya se les hizo bolas el engrudo”.
Tanto, que el INE se ha visto en la necesidad de intervenir para que el proceso resulte más o menos creíble.
Digo, si es que dicho organismo conserva alguna reserva de credibilidad.
El asunto es que, huérfano como se encuentra, al PRI ahora le ha dado por ensayar algo de eso que llaman “democracia”. Terminajo desconocido para un partido que nació, creció y se autodestruyó en obediencia a la imposición.
¿Acaso el PRI no presintió ir al “despeñadero” cuando desde la presidencia de la república avisaron de un candidato ajeno, como lo fue José Antonio Meade?.
¿Y qué tal que el paquete incluía al nuevo dirigente, quien apenas conocía “por fuerita” la sede del Comité ejecutivo nacional ahí por Insurgentes, como Enrique Ochoa Reza?.
Ahora que si la militancia pregunta, “¿de dónde salió la actual dirigencia nacional?”, tendrá que hurgar en los papeles sucios del pasado, para entender que la intención de destruir al tricolor iba en serio desde los tiempos del salinato.
Destroncado entonces, el PRI no sabe qué hacer cuando el destino no solo le dio alcance, sino lo rebasó, quedando a la deriva, ahora sí que “en el mar proceloso del desconcierto”.
Ni como negar que el ex partidazo vive a plenitud su tragedia. Ahora con cuatro aspirantes a dirigirlo, bajo la posibilidad de atacar y ser atacados hasta llegar los puros despojos al día de la elección.
Y no es invento si observamos la disposición de hacerse pedazos ante el menor pretexto.
Recordad que el quinto candidato personificado en José Narro ya no existe como tal. El ex Rector de la UNAM y ex secretario de Salud, renunció no solo a sus aspiraciones sino a su pertenencia al PRI, además de criticar los usos y costumbres que mansamente ignoró durante 46 años.
Don José asegura que el proceso de elección interna, “es una simulación”. ¡Válgame el santo Niño de Atocha!…eso es lo que menos podría suceder en el PRI.
En el “berrinche” le acompaña Beatriz Pagés Rebollar con renuncia a la militancia y todo lo que significa, después de ser apasionada defensora del partido agonizante que ahora abandona, ¿porqué ya no le es útil?.
Actitud más mesurada la de Manlio Fabio Beltrones, quien advierte no votar el once de agosto. Y que ni falta hará toda vez que el daño es irreversible y con el cargo correspondiente a la vista del portador.
Que no se haga Manlio, porque todavía carga con su morral de alacranes para ofrecerlo al mejor postor.
Mientras tanto, en el resto de los contendientes, a saber: Ivonne Ortega, Alejandro Moreno Cárdenas, Ulises Ruiz y René Juárez, crece la desconfianza ante la inseguridad de que la elección fortalezca al partido.
¿A cuánto asciende el padrón del PRI?. Bueno, antes del triunfo de AMLO presumía “más de seis millones”, ahora deben ser menos, si nos atenemos a la incontenible migración, principalmente hacia MORENA.
EL COLMO DEL RIDÍCULO
Por otra parte, lo más ridículo es que supongan que AMLO influye en el señalado proceso, solo porque Alejandro Moreno apoyó algunos programas del gobierno federal.
Alejandro actualmente es gobernador con licencia de Campeche, con hartas posibilidades de obtener la presidencia del CEN tricolor.
El colmo es que se difunda que será “un dirigente a modo” para la Cuarta Transformación.
Por esta razón fue que este jueves, el presidente insistió en lo que ya sabemos, es decir, la enorme diferencia entre los gobiernos neoliberales y el que ahora encabeza.
“No somos iguales”, respondió al reportero que le mencionó el tema. Y agregó que su escudo contra la desconfianza, es la honestidad y moral republicana. En tanto que en los partidos neoliberales impera la hipocresía al ofrecer algo y hacer lo contrario.
Y con el sarcasmo que le es propio, recordó la clásica frase del “¿Y yo por qué?”, respecto de su presunta influencia en la elección interna del PRI.
En este escenario irrumpe un video de profusa circulación, donde aparece Enrique Peña Nieto bailando cumbia “a todo vapor”, acompañado de Tania Ruiz, la princesa de rápida adaptación a la frivolidad que prodiga la generosidad política en un país como México.
A propo, es de creer que EPN obtuvo riqueza inmensa de los cargos desempeñados. ¿Dónde la esconde?.
Tal vez, convertida en lingotes de oro y plata y monedas del mismo metal, esté enterrada en algún rincón del estado de México…a lo mejor invertida en acciones anónimas de importantes empresas trasnacionales. Quizá guardada, como dicen, en refugios construidos para el efecto a temperatura adecuada, en diversos puntos de la república.
Por lo pronto, Peña Nieto sigue disfrutando la vida bajo la convicción de que pase lo que pase, “lo bailao nadie se lo quita”.
SUCEDE QUE
Pues nada que prescribió el delito relacionado con las “aportaciones” de Odebrecht a la campaña de Peña Nieto, cuyo intermediario fuera Emilio Lozoya Austin.
¿Será por ello que el ex presidente baila de pura felicidad?.
Y hasta la próxima.