Si bien entre el 2008 y el 2012 el grueso de la emigración tamaulipeca se debió a la inseguridad que por entonces asolaba al estado, en los últimos años las cifras de expulsión poblacional no se han reducido de manera significativa.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica del INEGI, entre el 2005 y el 2010 en Tamaulipas se contabilizó la partida de 94 mil personas hacia otros sitios de la República y para el 2015 la cifra había subido 112,414 personas.
Aunque esa es la estadística más reciente de la que disponen el INEGI y la Comisión Nacional de Población, la tendencia no parece haberse modificado. La razón puede encontrarse en la aspiración legítima de miles de jóvenes que, al egresar de la preparatoria, hacen maletas para mudarse a otros estados y estudiar una carrera profesional.
Con amplia diferencia, el destino predilecto de los estudiantes tamaulipecos es Nuevo León. Las universidades públicas y privadas de Monterrey están “invadidas” por jóvenes de todo el norte del país, pero en sus matrículas sobresale la presencia de tamaulipecos. Hay algunas cifras que permiten dimensionar el éxodo juvenil.
Según la representación del Gobierno de Tamaulipas en Nuevo León, en la zona metropolitana de Monterrey hay al menos 14 mil estudiantes tamaulipecos. Para ponerlo en contexto: la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, una de las más “pobladas” de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, tiene una matrícula de 1,970 alumnos, y en total, en las 14 sedes de la UAT, estudian poco más de 30 mil jóvenes, entre los cuales -eso sí- también hay presencia de “migrantes internos”, sobre todo en el campus del sur donde confluyen alumnos de la Huasteca veracruzana, potosina e hidalguense.
Las instituciones elegidas por los jóvenes tamaulipecos en Nuevo León son, en primer lugar la Universidad Autónoma, que desde hace décadas cuenta con una presencia influyente de estudiantes originarios sobre todo de Victoria y la frontera.
En la Universidad de Monterrey (UDEM), también hay una gran cantidad de jóvenes de diferentes municipios de la entidad. Yaremi Medina, presidenta de la Federación de Estudiantes Tamaulipecos (Fetam-UDEM), advierte que aunque no cuentan con cifras exactas debido a lo dinámico de la matrícula, se estima que hasta el 50% de los alumnos de esa institución provienen de Tamaulipas.
“De hecho, en la UDEM casi la mitad de su comunidad es tamaulipeca” responde cuando se le pregunta si han percibido un incremento en la migración de jóvenes locales hacia Nuevo León.
En los últimos años también creció de manera importante la presencia de tamaulipecos en el Instituto Tecnológico de Monterrey, donde pese a lo costoso de sus colegiaturas, actualmente cursan sus estudios más de mil tamaulipecos, de acuerdo a las cifras proporcionadas por la Asociación de Estudiantes de Tamaulipas, una organización interna del “Tec”.
Acaso por ser el municipio que en los últimos años se ha visto más afectado por crisis económicas y de violencia, Victoria es el municipio que aporta más estudiantes a las universidades regias: los cálculos de las asociaciones de alumnos estiman que el 70% de los tamaulipecos que actualmente radican allá son originarios de la capital.
Después le sigue Nuevo Laredo y Tampico, pero también hay representación fuerte de otros municipios fronterizos como Matamoros y Reynosa, y los de la zona cañera. ¿Por qué estudiar en Nuevo León carreras que podrían estudiarse en Tamaulipas? La pregunta parece pertinente, pero la respuesta también se antoja lógica.
“Si sus papás les dan la oportunidad de estudiar una universidad de buena calidad, aprovechan esa oportunidad”, responde Yaremi, presidenta de la FETAM-UDEM. Su tarea, detalla, es “reconocer el potencial tamaulipeco dentro de la universidad, y nuestra misión es dar un sentido de pertenencia a cada uno de los tamaulipecos”. Eutimio Palacios, presidente de la Asociación de Estudiantes Tamaulipecos en el Tec de Monterrey, -entrevistado por separado- asiente pero pone el dedo en la llaga: “Lo podemos ver por el lado académico de que las universidades están mejor en Nuevo León, sí, pero el problema es que ya no regresan a Tamaulipas”.
La fuga de cerebros parece una consecuencia inevitable de este éxodo masivo de estudiantes. José Julián Sacramento, representante del Gobierno de Tamaulipas en Nuevo León atribuye la decisión de los jóvenes tamaulipecos a una especie de tradición que los lleva a buscar horizontes en el estado vecino.
“Está tan cerca Nuevo León que muchos optan por irse a estudiar fuera, inclusive yo de manera personal soy ex alumno de la UANL; porque ha sido costumbre por años, sin embargo la calidad de nuestras universidades también es de alto nivel”, asegura. El reto, dice es crear fuentes de empleo en Tamaulipas que les resulten atractivas para volver al terruño.
“Tenemos que aplicarnos y poder crear empleos en nuestro estado, por ejemplo Reynosa es una de las ciudades que más potencial ofrece, por las empresas que hay ahí, Matamoros el tema de la maquiladora, si bien es cierto en algo afectó los pasados conflictos, ya se resolvió, y hay confianza una vez más y se están creando nuevas fuentes de empleos, pero tenemos que trabajar informarles a los propios estudiantes de que oportunidades hay para ellos”.
La derrama que se va Nuevo León ha encontrado en la industria educativa uno de los motores fundamentales de su economía. Sus universidades públicas y privadas de primer nivel atraen a miles de jóvenes del país que en términos económicos, generan una derrama muy importante para la zona metropolitana de Monterrey.
Florece el negocio inmobiliario con la compra y renta de departamentos para estudiantes, y la cadena de servicios se ve fortalecida todos los días con el consumo de los estudiantes que gastan lo que envían sus padres de familia desde otras entidades.
Un semestre en la UDEM actualmente cuesta 68 mil pesos, lo cual significaría un gasto mensual de más de 11 mil pesos, pero en el Tec la cifra prácticamente se duplica con un costo promedio de 116 mil pesos, mientras que en la UANL, por ser una universidad pública, el costo del semestre ronda los 3 mil pesos, aunque por la misma razón, el ingreso ahí es más complicado.
Pero independientemente del pago a las instituciones que podría sortearse con una beca, el costo inevitable para los padres de familia es el de la manutención de sus hijos en una de las zonas metropolitanas más caras del país.
Si el estudiante foráneo está dispuesto a compartir casa en una colonia de clase media, podría conseguir pagar de manera individual cerca de 4 mil pesos, aunque en este rubro la cantidad puede dispararse dependiendo de las comodidades que se busquen.
La alimentación básica podría rondar los 2 mil pesos, más una cantidad similar de pasajes o gasolina. En suma, de acuerdo a algunos portales especializados, a un joven soltero vivir en Monterrey podría costarle entre 10 mil y 11 mil pesos mensuales.
Es decir, sin considerar el costo de la educación, los 14 mil jóvenes tamaulipecos que estudian en Nuevo León, cada mes dejan en esa entidad cerca de 140 millones de pesos. En todo caso, la gran ventaja que ofrece el estado vecino a los jóvenes de Tamaulipas es precisamente su cercanía.
Porque es cierto que también están aquellos que prefieren emprender un viaje más lejano hacia la Ciudad de México, para estudiar en universidades de élite como el ITAM, la Ibero, y la misma UNAM, pero -aún sin cifras oficiales disponibles- la proporción es mínima.
La invasión de tamaulipecos a Nuevo León es imparable y no se reduce a la presencia de estudiantes.
Según el INEGI, desde la década de los noventa, la mayor cantidad de inmigrantes que llegan a esa entidad provienen de Tamaulipas, el segundo sitio es para San Luis Potosí y el tercero Veracruz.