El Presidente Andrés Manuel López Obrador puede ser todo lo que él y sus fanáticos quieran que sea en el México que ha construido a su alrededor, pero definitivamente no es un hombre de estado, porque uno que si lo es llama a la conciliación, gobierna para todos y respeta la crítica.
Así es mis queridos boes, comportarse como el hombre de estado que debe llevar implícito el cargo de Presidente de la República era un requisito indispensable ayer que le tocaba rendir su primer informe de gobierno; lo que vimos en realidad fue una ‘mañanera’ solo que con invitados de lujo, de esos que no preguntan y el protocolo les obliga a aplaudir y con la prensa hasta atrás y sin chance de cuestionar.
No, no es un hombre de estado el que en el uso del poder, en un evento que debió ser solemne y republicano, lejos de tender la mano a los que piensan distinto, a las diferentes corrientes políticas les lanza descalificaciones a tono de burla.
“Los conservadores que se oponen a cualquier cambio verdadero y están nerviosos o incluso fuera de quicio, sin embargo no han podido constituir, y esto lo celebramos y toco madera, para que no se pueda crear un grupo o una facción con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos. Además lo digo con respeto, no quiero que se entienda como un acto de prepotencia, es lo que estoy percibiendo, están moralmente derrotados”, dijo ayer desde Palacio Nacional.
No es un hombre de estado, quien pese a que el crecimiento del país es de CERO, asegura que las cosas van bien y presume que se han cerrado todas las oficinas de promoción de inversiones que México tenía en el mundo y que ya se refleja en la baja de inversiones extranjeras.
No, tampoco es un hombre de estado quien en 9 meses de gobierno no ha sido capaz de garantizar medicamentos para enfermos graves de cáncer, VIH y que tiene a buena parte del país sin vacunas, culpa a las farmacéuticas de sus ineficiencias y solo el alcanza para reconocer que algunos pendientes como si no se tratara de vidas humanas.
“Tenemos que tener un buen mecanismo de distribución de medicamentos, abasto y distribución; otra tarea pendiente es la asignación de médicos, enfermeras y paramédicos y rehabilitar la infraestructura médica”
No se ve como un hombre de estado, cuando López Obrador dedica menos de un minuto de autocrítica cuando habla del fracaso para contener la violencia galopante, por casi 100 de autoelogios.
Y es que hoy en el México de López Obrador matan en promedio a 95.8 ciudadanos, muchos de ellos inocentes, promedio dado hasta Julio, antes de las matanzas de Coatzacoalcos y Nuevo Laredo por cierto.
“Se terminó la guerra de exterminio contra la delincuencia organizada, no se permite desaparición de personas, el estado ha dejado de ser el principal violador de los derechos humanos”, dijo “Estoy seguro que vamos a lograr serenar al país, se va a pacificar México, eso es un compromiso”.
Antes había hecho el compromiso que en diciembre del 2019, en abril dijo que en octubre que viene y ayer ya ni fecha le puso. Todo eso mientras el baño de sangre está fuera de control, los feminicidios peor que nunca y hasta la muerte de periodistas ya llegó a 15, como nunca antes.
En fin, no es un hombre de estado, quien pone revierte los avances en educación para usar al sindicato como cliente electoral, desapareciendo las evaluaciones y permitiendo que sea el gremio quien asigne las plazas. No lo es si al mismo tiempo recorta todos los programas de apoyo a la investigación, provoca el cierre de institutos y cancela apoyos a los futuros científicos.
Tampoco puede llamarse hombre de estado al que en el tema de Relaciones exteriores ha nos convertiremos en el policía de los gringos, en el verdugo de los migrantes a quienes primero invitamos ofreciendo visas humanitarias y hoy hacinamos en campamentos sin alimentos, medicinas y a garrote.
“(El acuerdo migratorio con EU)nos obliga a ser más estrictos en la aplicación de la ley en la materia”, reconoció, “sin violar los derechos humanos y rescatando a nuestro favor el reconocimiento de que se atenderá este asunto sin usar la fuerza y la coerción, sino creando oportunidades de trabajo y bienestar para la gente en sus lugares de origen”.
Pero hasta Porfirio Muñoz Ledo ha tachado el papel de México en el tema migratorio como vergonzante.
En fin lo que yo vi ayer no fue a un hombre de estado, lo que vi ayer fue a un Andrés Manuel López Obrador en campaña, como a principios del año pasado, culpando a los anteriores, justificando sus yerros ante un pueblo bueno que en su mayoría aún le cree.
Porque la gasolina no bajo, porque el país no creció, porque el avión presidencial no se vendió, porque la violencia lejos de bajar subió, porque de la promesa de reconciliar al país ha pasado a ser el principal promotor de la división… le quedó grande la Banda Presidencial y por eso ayer no la uso. Comentarios: meliton-garcia@hotmail.com Twitter: @melitong