5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Informe estilo AMLO

EL KIOSKO

Todos los informes de gobierno son autocomplacientes. Todos, en todos los niveles gubernamentales, lo son por imperiosa necesidad.
Ningún presidente de la república se ha inmolado en el podium bajo el ácido rigor de la autocrítica en ese foro denominado informe de gobierno. Tampoco lo ha hecho, ni lo hará, un gobernador o un alcalde.
Los informes de gobierno son la oportunidad que tiene, en este caso, todo primer mandatario para resaltar, desde su perspectiva, objetivos alcanzados, avances en las metas trazadas.
También es la oportunidad para enviar un mensaje político que, por supuesto, estará sujeto a la ideología del gobernante en turno, así como a la circunstancia del momento.
El mensaje político del primer año de gobierno -en todos los niveles- nunca será similar, ni siquiera parecido, al que se rinde al final del sexenio. Algo que nunca se debe olvidar: La política está determinada, entre otros factores, por los tiempos.
En los primeros meses de una administración, se toman los hilos del poder (algunos tardan más que otros). Es el periodo en que se define el estilo de gobernar, la ruta a seguir. Es el momento en que se toma el control del amplio aparato gubernamental. Es el tiempo en que el poder presidencial mexicano se deja sentir con golpes judiciales y mediáticos contra sus adversarios más visibles.
Cuando los mandatos concluyen, la nostalgia de quien dice adiós al poder siempre es notoria, manifiesta. Los años de gloria quedan atrás, convertidos en simples recuerdos. Esa historia se escribirá en su momento. Todo poder es finito.
Aunque lo denominó como ‘tercer informe de gobierno’ (¿proyección o reflejo inconsciente de quien quisiera quedarse más allá de un sexenio en el poder?), la realidad es que Andrés Manuel López Obrador se encuentra en su primer año de gobierno. Si bien existe la percepción de que lleva más tiempo en la silla presidencial, apenas tiene nueve meses en el poder.
El informe del primer año de gobierno de AMLO se caracterizó, en buena medida, por la repetición de lo que se escucha todos los días, durante ‘Las Mañaneras’, una estrategia de comunicación que le ha resultado efectiva desde que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Incluso, la duración del discurso del presidente ante sus invitados especiales fue casi el mismo de sus ruedas de prensa en Palacio Nacional: una hora con cuarenta minutos.
Con su alta dosis ideológica, el mensaje de Andrés Manuel López Obrador tuvo sus obligadas referencias a la generación del siglo 19 que tanto admira: los liberales encabezados por Benito Juárez y su austeridad republicana.
Por consecuencia, cuestionó a sus adversarios (históricos) y se lanzó en contra de los conservadores de la actualidad, a quienes, desde la tribuna de su primer año de poder, percibe ‘moralmente derrotados’.
Desde su visión, que gira en torno al nacionalismo cardenista, el periodo neoliberal (1982-2012) ‘es una de las fases más vergonzosas de la historia de México’.
La realidad, en términos históricos, es que existen etapas peores en los casi 200 años de independencia del país. La peor de todas, sin duda, cuando México perdió más de la mitad de su territorio en la guerra que sostuvo contra Estados Unidos en 1847. Por supuesto, era otro México, era apenas un país en construcción.
Al modelo neoliberal mexicano se le pueden criticar muchas cosas -al igual que al nacionalismo-, pero correspondió a un momento de la historia política internacional: la caída del bloque soviético, el fin de la guerra fría y la irrupción triunfal de la globalización.
Como todo informe de gobierno, el informe del primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue autocomplaciente, un foro -como también lo hacen los gobernadores- aprovechado para destacar logros y avances de una pretendida Cuarta Transformación, en el que jamás se iba a reconocer la instrumentación de políticas fallidas.
Sobrio pero triunfalista, así fue el informe del primer año de gestión de AMLO, un presidente que aprovecha al máximo con su singular política de comunicación un hecho: la inexistencia de la oposición, una oposición que todavía no se repone del duro golpe recibido en las urnas el primero de julio de 2018. Ese es un vacío político que nadie ha llenado hasta el momento.

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