El 19 de septiembre de cada año México conmemora el Día Nacional de Protección Civil, se tomó esa fecha a partir del terremoto de 1985 y por decreto presidencial se establece la efeméride desde el 2001, en ese día se premia a rescatistas, voluntarios, cuerpos de auxilio y organismos que tienen que ver con el rescate de la población en un evento de emergencia.
Es el día más importante para recordarle a los mexicanos la importancia de entender y atender una cultura de la prevención, existe una ley que enmarca las acciones que deberían seguir a pie de la letra las instituciones, empresas, fiestas masivas, sitios turísticos y cualquier desarrollo urbano, pero no se acata.
La muerte imprudencial de un joven en los canales de Xochimilco es el último retrato de que aquí se puede hacer lo que se quiere sin tomar en cuenta las medidas de protección para la integridad de las personas. ¿Por qué se bebe alcohol en esas barcas, al igual que en las de la presa la Boca en Monterrey o en otras de altamar? Porque se puede; ¿Por qué un comercio puede funcionar sin salidas de emergencia? Porque puede; ¿Por qué una escuela incumple las medidas básicas para protección de menores? Porque puede; ¿Por qué un fraccionador puede vender casas a la margen de un río? Porque puede. ¿Por qué existen guarderías o estancias infantiles pegaditas a las gasolineras? Porque alguien las puede.
La ley, las supervisiones, certificaciones y obligaciones en materia de Protección Civil en México, casi todos las invisibilizan, hasta que cae un muerto, entonces todos a poner las barbas a remojar, de nuevo los discursos de “vamos a investigar” “se llegará hasta las últimas consecuencias” y la promesa de “no volverá a pasar”, pero pasa.
Y no es sólo responsabilidad de la autoridad que permite un asentamiento irregular, del fraccionador que la vende o la familia que lo adquiere, o de la empresa de servicios públicos y el de quien los solicita, es la relajada responsabilidad ciudadana de todos, hasta que nos toca. Es además una grave falta por corrupción.
Del 85 a la fecha, la burocracia de la protección civil en México realiza un sinnúmero de eventos, campañas y simulacros para crear conciencia ciudadana sobre las medidas de auto protección y auto cuidado que puedan minimizar riesgos ante los desastres naturales o antropogénicos (que se refiere a las actividades humanas como las industriales, agrícolas y hasta turísticas) pero no, los accidentes fatales siguen sucediendo.
Como muchos otros modelos de gestión y política pública, el rubro de la protección civil debe cambiar en nuestro país, y quizás sea el momento, cuando ya se tienen sociedades más informadas, reclamantes y participativas.
En Boca Cerrada
Sí ya saben cómo son, avísenles que el mundo los escucha y los ve, son servidores públicos de la nación que se vuelven “boquiflojos” cuando los hacen enojar, de los legislativos federales o locales, varios traen la lumbre muy cerca y la mecha muy corta, así van dejando para la historia sus mentadas de madre a micrófono abierto en cadena nacional o en el elevador del palacio legislativo tamaulipeco, como cuando a unos se les van los “caballos”, digo las “cabras” al monte.