Acaba de entrar Alejandro Moreno
Cárdenas a la presidencia nacional
del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y se empezaron a
mover algunos engranajes estatales contra
los que tienen amagadas sus dirigencias
estatales aun con sendas derrotas en su
paso por el Comité Directivo Estatal. Se
cocinan cambios en los que todavía no hay
una línea como tal del nuevo líder priista,
si bien “Alito” –como se hace llamar el
dirigente del tricolor- ha ventilado que no
habrá dados cargados, tampoco se han
establecido lineamientos generales.
Si bien Alejandro Moreno obtuvo 85 por
ciento de los votos de la elección interna,
también arribó con una percepción que
habría sido el mismo Andrés Manuel López
Obrador quien pidiera a los gobernadores
emanados del PRI que lo apoyaran para
conseguir la presidencia nacional priista.
Bajo esa primicia algunos decidieron
renunciar a su militancia, entre éstos,
contrincantes como la carismática Ivonne
Ortega Pacheco. Así transitó el proceso
en agosto, pero hoy las oficinas centrales
del nuevo presidente diariamente están
saturadas por militantes que solicitan una
audiencia con “Alito”.
En este año, como consultor en
comunicación he estado en las entrañas
de ese partido –el PRI- y de otrosmás recorriendo el país de norte a sur,
encontrándome para mi sorpresa –quizás
de muchos más- que todavía existe un
priismo vivo, ávido por resurgir pese a
sus dirigencias que distan demasiado
de los principios básicos, aunque en mi
opinión creo que les pesa demasiado la
“institucionalidad” como para encabezar
una rebelión contra sus pésimos líderes
estatales o municipales; sin embargo, sin
darse cuenta ahí es donde se cocinan los
cambios.
De las pocas voces sensatas junto a
Gisela Rubach dentro del War Room
Presidencial de José Antonio Meade,
era Rubén Moreira Valdés quien se ha
regresado a Coahuila para fortalecer las
estructuras con miras a la elección local
que tendrán en 2020, la aparición pública
que hiciera la semana pasada en Fórum
de El Heraldo de Chihuahua no fue nada
fortuita, incluso estuvo cercano a Rosy
Gaytán quien aspira ser candidata en las
siguientes elecciones.
Otro estado que en 2020 irá a elecciones
es Hidalgo, donde Omar Fayad Meneses se
encargó en destruir el hegemónico tinglado
priista tan destacado a nivel nacional,
estructura que incluso era exportada para
salvar a otros comités estatales, de eso hoy
nada queda. Allá, Miguel Osorio Chong
ha regresado al territorio para tratar de
rescatar en los distritos prioritarios donde
él tiene operadores.
Casos perdidos como Baja California,
Chihuahua, Michoacán, Nayarit,
Tamaulipas y Oaxaca en los que sus
dirigencias actuales notoriamente se
han encerrado en su pequeño círculo
de influencia, donde la opinión pública
acusa de gerenciar únicamente negocios
dejando a un lado la formación real –no
simulada para las fotos- de cuadros; ahí
los fuertes liderazgos todavía vivos han
empezado a articularse para sentarse en
sus presidencias estatales, de los cuales
hay líderes que cuentan con proyecto,
militancia probada, dinero, pero sobretodo
demasiado ímpetu por revivir al priismo.
¿Darán la sorpresa San Luis Potosí y
Veracruz? ¿Y tú, qué opinas?