“El diccionario define el “escrache” como la “acción intimidatoria que realizan ciudadanos contra personas que comenten abusos”
El término no es nuevo, salió a la luz pública en Argentina alrededor de 1995 para denunciar de manera pública genocidios y faltas a los derechos humanos, dos décadas después, ahí mismo, el “escrache” lo retoman las mujeres activistas que buscan visibilizar a los acosadores, y este método se extendió a Chile, Perú, Venezuela, y España, en distintos momentos y para denunciar ante la opinión pública diferentes hechos, todos tienen que ver con la impunidad, el vocablo ahora llega a México, entra por Sonora y es en la universidad pública de esa entidad que ha comenzado el movimiento.
La UniSon, como la UNAM ha registrado recientemente importantes movimientos feministas, ahí hace un par de años se colocaron los tendederos públicos para exhibir a maestros, directivos y estudiantes que violentan a las mujeres, pero poco eco hizo su manifestación, así que la suben de tono.
De que se trata el “escrache”, el método es sencillo, aunque hasta cierto punto ofensivo, pero dicen las feministas que no hay de otra, las protestas se tienen que hacer alzando la voz, sino no son escuchadas, bajo este argumento practican la novedosa técnica que es acudir directamente al domicilio, lugar de trabajo u espacio público donde se encuentre el acosador, se le coloca en frente una pancarta, anotando el hecho violento con el nombre del victimario y la víctima, la denunciante no va sola, la acompaña un grupo de mujeres para visibilizar más el hecho, cantan, gritan, llevan música o batucada y les advierten que les perseguirán a donde sea que vayan para enterarle a todo el mundo que es un acosador. Sobre todo que no se olvide de las consecuencias de su nefasto comportamiento.
Es una especie de MeToo pero presencial, de hecho son las mismas feministas que en las redes sociales mueven las denuncias, pero ahora la realizan también frente al acosador. Los relatos de mujeres que sufren acoso en escuelas son similares, primero se llama a la conciliación, dando más crédito al docente que a la alumna, luego se hace la re victimización de la mujer al dejarla expuesta al escarnio público y el caso queda impune. Por eso la medida, que para unos es exagerada se está moviendo cada vez más. Cuando el acosador es advertido de que le harán un “escrache” en el cine, teatro o evento académico, deja de acudir, pero lo más importante es que se crea una especie de alerta para todos los varones que pretendan acosar mujeres.
Es un novedoso recurso, para tratar de frenar el acoso y las violencias de todo tipo que prevalecen en instituciones de educación superior, una acción que bien podría aplicarse en otros terrenos, como en los laborales, donde también hay presión para las mujeres; en otros países de Latinoamérica esta técnica ha sido aplicada también para denunciar a políticos que no han sabido responder a las demandas de sus gobernados.
El diccionario define el “escrache” como la “acción intimidatoria que realizan ciudadanos contra personas que comenten abusos”, en este caso contra el acoso, es la acción de armar un relajo público para denunciar al acosador, la práctica puede ser ruda, pero es un derecho que le asiste a la mujer que busca espacios libres de violencias para todas.




