Sin proponérselo va usted caminando por cualquier calle de esta ciudad y los ve en cualquier esquina, sentados en alguna banqueta o caminando como cualquiera. Usted voltea a verlos y ellos a usted. Entonces ellos ya se dieron cuenta y es muy posible que ellos piensen lo que usted va pensando, que usted es el extraño, que usted es quién está loco. Y no lo dude.
Quizás caminando a un lado de ellos usted pueda notar que siempre hay una condición diferente en ellos, quizás los mira a los ojos para encontrar algo distinto, pero a veces es suficiente con ver cómo peinan su cabello o ver cómo visten, notar la forma diferente en la que hablan o cómo caminan, la forma en la que viven, dónde duermen, dónde se bañan, qué rumbo agarran cuando cae la tarde, para tenerlos en el estigma de que están locos.
Uno nunca sabe pero hasta pudiera suceder que ellos fuesen pensando lo mismo que uno y que uno sea que los acecha en la esquina, quién les saca la vuelta, que los juzga sin pensar. A lo mejor es uno que les huye porque algún problema tenemos en nuestras facultades mentales. Y entonces lo siguen a uno hasta que lo ven que se mete a la pocilga.
Pudiese ser también que la mayoría de nosotros tuviéramos esa habilidad histriónica para actuar durante el día como esos que llamamos cuerdos, ser congruentes y sólo es eso. Congruentes tal vez con algo, con alguien o consigo mismo, pero tener una razón de ser quizás, tener una meta y desarrollarla, algún sentido que tuviera la vida.
A cualquiera en un instante determinado le dicen que están loco, uno tampoco se confía mucho. Hay personas que tienen sus momentos de locura.
Uno mismo tiene sus momentos en los que luego se arrepiente, en las que luego ya no está uno muy seguro.
Hay locos encerrados y hay locos que andan sueltos. Me referiré a los locos que andan sueltos o los que andamos sueltos por decirles algo. Muchos de esos locos no están tan locos, algunos como que lo tantean a uno, otros tienen trastornos mentales y dejaron su tratamiento por falta de recursos, entonces andan en las calles, comienzan andar por las calles hasta que se acostumbran, como muchos que empiezan sin oficio ni beneficio y se integran al paisaje urbano.
Muchos de ellos tienen un acento distinto al nuestro, vienen de la frontera, del centro del país, de Guadalajara o de Veracruz. Algunos cuentan una historia extraordinaria, pero otros cuentan una historia diferente cada vez que les preguntas. Hay unos que no te dicen absolutamente nada, cerraron su puerta hace muchos años, desconsolados, y hay otros que te miran y sonríen, otros que corren, hay otros de los que tienes que correr y corres.
A lo mejor es usted uno de esos locos de clóset y bajo sospecha se levanta todos los días, trata de encontrar alguna razón de su existencia, pregunta y avisa que aquí anda y le contestan.
Yo pienso que los locos son seres normales y que ese grupito que andan por ahí vagando por las calles sólo están confundidos o son un grupo que tienen alguna misión y que en algún lugar tienen sus cuadernos, en algún lugar vamos a encontrar sus rollos del Mar Muerto.
Muchos de esos locos te hablan, te persiguen, te preguntan, te miran desde lejos y buscan alguna manera de que tú les digas algo, otros desde su vida de locos no te hacen caso y entonces uno anda detrás de ellos hablándoles pidiéndoles que por favor se ponga la ropa que no anden desnudos, que no se queden dormidos en las puertas. Pero no les abrimos.
Hay locos que dicen unas cuantas palabras y se hablan mucho, locos que recuerdan algunas cosas de su vida pasada, la familia que tuvieron, el hombre es su esposa, el grupo musical donde tocaron cuando eran famosos por supuesto y hay otros que inventan una historia cada vez que les preguntas, otros te cambian el tema con una facultad increíble.
Hay locos que andan muy limpios que huelen a perfume, se meten a los bancos. Otros se suben al coche se pasan los altos. Y corres.
Otros dicen que son normales, pero nada más entre ellos se hablan, por eso nada más entre ellos se entienden. Entonces continuas corriendo porque el loco a media cuadra se acerca también corriendo peligrosahagas y ahora apresuras el paso y quieres correr y la gente que los ve no sabe cuál de los dos es el cuerdo.
Ante tal perspectiva los psicólogos han diversificado su rama de estudio, así que pues todos de alguna manera bajo cualquier sospecha corremos a su consultorio, unos porque tenemos un tic en un ojo, otros porque nos despertamos en la noche cuando no queremos despertarnos, otros porque dicen que no duermen y aquellos que duermen mucho. Todos tienen un trastorno y hay quienes se enojan y se contentan a cada rato, entonces uno para evitar ser confundido y al rato que le digan a uno que está loco, va uno y lo confirma. El psicólogo que te ve de arriba abajo y escuchándote primero deja que tú mismo hagas su trabajo.
HASTA PRONTO.