6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

LAS JUNTAS DE ADÁN Y EVA

Crónicas de la calle

No hay como citar a una junta para que comiencen las especulaciones y ahí donde está el que nada debe nada teme, también está el que la hizo y la paga. Aún cuando muchas de estas reuniones -que se dan con previa cita- sirvan más para mostrar el poder de convocatoria que para acalambrar a la raza. Amén de que todas las reuniones son necesarias.

Las juntas en las oficinas son para ver cómo anda la cosa, para ajustar cuentas, para poner orden, para motivar a la gente, para darles línea, para hacerles un paro, para chingarse un pastel, que casi no se les da, para celebrar un cumpleaños, para tirarles un rollo hasta dejarlos dormidos. Eso no quiere decir que en el fragor de la batalla laboral, no haya oficinas que realicen juntas que se conviertan en verdaderas pachangas. Todo el mundo sabe que en política las mejores reuniones  se dan en las carnes asadas.

Es claro que si te vas al origen, las juntas tuvieron su principio, ahora sí que fundamental, con Adán y Eva. Y de ahí para el real las juntas han repoblado la tierra. Aún y cuando haya juntas en las que aprovechas para cenar y para vender caro el amor desesperado.

En una junta se acordó que todos nos juntáramos. Que entre todos hiciéramos la ciudad así como la conocemos. Y que nos volviéramos a juntar para celebrar la vez en que decidimos ser ciudad, hasta volvernos medio millón de habitantes.

Entonces el que convoca a la junta, que sabe todo y aveces nada, de antemano provoca más suspenso y la pospone una semana, en lo que abajo ha crecido la demanda de información para saber de qué se trata. Hay rumores de una renuncia, de qué van a caminar unos cuantos, bromas pesadas, el ambiente se torna por momentos tenso y nervioso. Hay el ingenuo, el inocente que se porta bien y nunca participa, tampoco lo correrían, el que más o menos sabe de qué se trata la cosa, el victimario que termina siendo la víctima al final de la junta.

La madre de las juntas son las reuniones que se dan en las escuelas primarias. Es cuando nace el interés por sabotearlo todo o por llevar un patrón de conducta que te dé algunas ventajas en esta vida. Todo con tal de no claudicar, aún cuando tengas todo en contra, frente algunas señoras madres de familia que se la saben de todas todas. Aprendes a manejarte en un toma y daca y a salir despabilado después de una derrota. O mejor dicho, después de una junta donde todos salieron peleados.

Durante las juntas y los encuentros hay gente asomándose por las ventanas. Quieren saberlo todo, lo apuntan todo con la mirada, lo graban en un video para sacar conclusiones, para presentarlo en otro sitio o subirlo a sus redes. Vivimos la era de cuidarte de lo que dices o de no cuidarte con el descaro y el cinismo de lo que dices. Y si lo dijiste fue porque creíste que todos te escucharon, pero nadie te hizo caso, estuvieron pensando en su sueldo bajo, en el techo de su casa, en la deuda anciana, en el precio de una camisa, en la casa, en la nada.

Y es que después de una junta se renace o se muere eternamente, pues una junta escolar siempre se recuerda y si no te la recuerdan. Antes del día de la junta, en la tenebra de los recreos, los niños andan piense y piense y con sobrados motivos acerca de lo que hicieron o de lo que no hicieron. Se olvidan del perro. Piensen en pequeños delitos de los que según ellos nadie se había dado cuenta. Esta junta podría ser definitiva, podrían expulsarlos. A mí no me engañan todo el día anduvieron viendo a quien echarle la culpa. Y terminaron por echársela ellos mismos, llenos de remordimiento, aún cuando de eso no se trató la junta.

Si no estás acostumbrado, el día de la junta desde bien temprano abres los ojos, o los estás cerrando cuando escuchas el reloj despertador. Sientes que ya están todos en el salón y te están esperando. Mientras tú todavía no te bañas, ni ganas tienes con el frío que hace. Ni siquiera te acuerdas lo que vas a decirles.

HASTA PRONTO.

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS