Aunque para algunos esta época del año es de gozo y alegría, para otros en estos días aumenta la melancolía, que aún no es considerada propiamente como una enfermedad mental, pero los psicólogos y terapeutas emocionales ya emiten señales de alerta sobre este mal que se incrementa en navidad y año nuevo.
El suicidio de una joven estudiante del ITAM, conmocionó al país y dividió opiniones, que sí los niños ricos no tienen problemas, que no les gusta batallar en la vida, que se estresan con los exámenes finales y hasta los etiquetaron de generación de cristal, porque no aguantan nada de presión. Pero más allá de la crítica social hacia estos chavos que sí demandan terapia ocupacional, se perdió el tema: la salud mental, una problemática social que registra más incidencia en estos últimos días de año y que no respeta género ni condición social.
La depresión, la describe la Organización Mundial de la Salud como un trastorno de salud frecuente donde destaca fuertemente la tristeza, perdida de interés por la vida, sentimientos de culpa, frustración, falta de autoestima, trastornos del sueño, falta de apetito y de concentración y una persistente sensación de cansancio. Al año 2019 la OMS calcula a más de 300 millones de personas con este padecimiento, que en el peor de los casos puede derivar en suicidio. Cada año se suicidan 800 mil personas en el planeta y el grupo de mayor riesgo son los jóvenes de 15 a 29 años.
Esta enfermedad silenciosa se acrecienta por el clima invernal y el termino de un ciclo, que para muchos significa frustración por no haber alcanzado sus metas o nerviosismo porque habrá que replantear otras en el inicio del nuevo periodo, algunos especialistas sugieren que un ambiente familiar cercano y hasta la decoración navideña ayuda un poco para salir de la ansiedad, pero se requiere apoyo profesional para evitar tragedias.
Los psicólogos advierten de la presión social que se ejerce en este tiempo, donde todo mundo debe aparentar ser feliz, festejar con ánimo y sonrisas las fiestas decembrina, demostrar espíritu navideño aunque sean fingidos, por si esto fuera poco, las redes empeoran la exigencia de aparentar ser feliz, feliz, feliz. La competición virtual feroz y deshumanizada por mostrar a cada instante lo que se hace o se posee, afecta a millones de personas que no encuentran sentido a la vida sin la aceptación de la comunidad internauta.
Las mujeres son presa fácil de la depresión y según las estadísticas de salud pública global, padecen más este trastorno por factores hormonales, biológicos, genéticos y sociales ya que somos más sensibles ante las emociones negativas.
Así que en los días por venir, retomemos el verdadero sentido de departir en paz, sin tanto estrés, ni presión social, alejémonos de la competencia virtual y no descuidemos la salud emocional que es el centro de una buena calidad de vida.