Las elecciones locales del 2021 están más cerca de lo que parece. Para finales de este año, los partidos ya deberían tener perfilados a quienes mandará a competir por las diputaciones locales, las federales y las alcaldías.
Por eso, se ha intensificado el movimiento de cuadros, grupos, tribus y demás sectas políticas que ya hacen cuentas de cara al verano del próximo año para posicionarse en unas elecciones en las que sobrarán candidaturas.
En ese contexto se ha enmarcado la confirmación del brinco que prepara el diputado federal Mario Ramos de Movimiento Ciudadano a Acción Nacional, que se oficializará esta misma semana.
Se trata de un movimiento que se veía venir desde hace tiempo, cuando en la pasada elección, con la coalición del PAN y Movimiento Ciudadano, al joven se le veía muy cómodo ataviado de azul celeste, y levantándole la mano a los candidatos panistas.
La explicación que da es muy sencilla: Acción Nacional tiene más fuerza para que sus propuestas legislativas se hagan realidad; pero la que no da abiertamente, quizás sea la más poderosa: desde el PAN tiene más oportunidad de concretar su proyecto personal inmediato.
Porque si las cosas son como parecen, el propósito del renunciante parece obvio, ser el candidato blanquiazul a la alcaldía de Victoria. Y por la manera en que se da este movimiento, todo hace indicar que ya existe un acuerdo para que ese plan se concrete.
Pero en todo caso, desde esa plataforma, también se incrementarían sus posibilidades, si lo que busca es permanecer en San Lázaro por un periodo más. Se trata pues, de un salto -premeditado- a lo más blandito.
¿Cómo quedará el partido de Gustavo Cárdenas tras la partida de su ahijado político? Pues igual que siempre, a la expectativa de pepenar alguna que otra posición que le permita mantener el negocio. Con los brazos siempre abiertos para pactar con quien tenga que hacerlo para mantener a flote su proyecto.