De la intensa conferencia matutina de antier miércoles 22 y en lo referido a la crítica a la prensa crítica, valdría el esfuerzo histórico para hacer unas precisiones referidas a caracterizaciones de periodistas buenos y periodistas malos.
El presidente de la república mencionó a dos grupos de periodistas: los que en la historia fijaron una forma de ejercicio periodístico y los actuales que “defienden” al presidente y a su proyecto.
Del primer grupo mencionó, entre los más conocidos, a Francisco Zarco en tiempos de la Reforma y a los hermanos Flores Magón en las horas prerrevolucionarias. Zarco,
en efecto, ha sido reconocido como un periodista único, sólo que se trató de un periodismo de gobierno (defendía a Juárez como periodis-
ta y como diputado) y de Estado (apoyó la lucha contra los franceses invasores). Fue, pues, un periodismo militante de una causa.
En todo caso a Zarco se le recuerda más como diputado constituyente en 1857 porque le tocó defender, sin éxito, la libertad absoluta de prensa, pero el Estado y el gobierno introdujeron el acotamiento de la “paz pública”, aunque Zarco señaló que esa paz pública era el pretexto de los dictadores. A Zarco se le debe la caracterización clara: la opinión jamás puede ser un delito.
Los hermanos Flores Magón
usaron su periódico Regeneración como espacio militante en la lucha del Partido Liberal contra Díaz, padrino de bautizo, por cierto, de uno de ellos; por lo tanto, se trató de un periodismo parcial, partidista, excluyente, ideológico y revolucionario.
Del segundo grupo, el actual, el presidente López Obrador mencionó a tres, no, menos, a cinco: Federi-
co Arreola, Enrique Galván Ochoa, Pedro Miguel, Jorge Zepeda Paterson y a los caricaturistas de La Jornada. Y contrarios a su proyecto enlistó a los mismos periodistas criticados en las conferencias matutinas.
Pero hay que precisar que los periodistas aliados a la 4T son, de una u otra manera, militantes del proyecto gubernamental actual: Arreola fue parte del equipo de López Obrador en años pasados, aunque después hizo lo mismo con Peñas Nieto; Enrique Galván Ochoa es uno de los cinco redactores de la Constitución Moral; Pedro Miguel es ideólogo perredista-lopezobradorista que escribe artículos semanales, y Zepeda fue apoyador abierto de las candidaturas de López Obrador.
Y sobresale el caso de Galván Ochoa por el libro que publicó
en 1975: El estilo de Echeverría.
El estilo es el sello del hombre (Goethe), dedicado a resaltar, sin embargar adjetivos, la figura de Echeverría. Por tiempo político, el libro de Galván Ochoa, modesto, fue una respuesta de Echeverría al texto El estilo personal de gobernar (1974) de Daniel Cosío Villegas, un perfil divertido, crítico, duro, retador y revelador del poder como obsesión. En el capítulo “El estilo de gobernar”, Galván Ochoa enlista las características nobles, humanas, sencillas, sociales, congruentes, etcétera, etcétera, del vitriólico Echeverría: su laboriosidad, el diálogo, la asamblea pública, la conducta personal, hacer las cosas personalmente, la autenticidad.
Este libro cobra vigencia ahora que Galván Ochoa aparece en la lista de periodistas del presidente López Obrador al ser presentado como prototipo del periodista del poder en curso.
Mientras, en España. El sitio de periodismo crítico y revelador del lado oscuro del gobierno http:// okdiario.com denunció ayer que
el gobierno socialdemócrata-populista del PSOE-Podemos (Pedro Sánchez y Pablo Iglesias) aprobaron que la policía investigara a disidentes y críticos. La orden del gobierno a la guardia civil fue clara para controlar criticas al gobierno por el coronavirus: “minimizar todo ese clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno” para “evitar el estrés social que persiguen todos estos bulos”.
Política para dummies: La política es el antídoto al autoritarismo; bueno, debiera ser.