15 diciembre, 2025

15 diciembre, 2025

La construcción de un bache

Crónicas de la calle

Viéndola bien aquí estoy bien, adentro. Pienso en afuera y no es miedo ni precaución, es simplemente que ya no deseo verme a la intemperie. En peligro me lleve el viento. Estoy muy flaco.

Afuera tendría que agarrarme de un poste o de algo que no se mueva, pero a los postes tampoco les va bien que digamos en esta Ciudad.

Anoche soñé que hacía un bache. Si. Un bache hecho con el peculio de mi esfuerzo, con mis gruesas manos, como si los extrañara tanto. Siendo que para mí que ando en bici es un reto. Un deporte extremo por excelencia, a veces es un rife si el bache está lleno de agua y no se desconoce su profundidad.

Pienso en salir y afuera se escuchan los gatos ronronear la primavera, el perro desesperado ladrando a lo poco que observa, y no es nada, es su viejo remordimiento de perro que muerde.

Ahora luego de todos estos años que se me juntaron mientras estuve adentro, camino despacio. En peligro me atropelle un carro. Y sin embargo solo han sido dos meses. Estoy aquí metido hasta el fondo y ahora soy un desconocido para mí mismo. Me hago viejo. Pienso en eso.

Ha de haber peces en los hoyos que llamábamos baches, tal vez ya se taparon solos y habrá que hacer otros. Más duraderos, que aguanten la soledad de que nadie se caiga o que nadie voltee a verlos.

A cada rato me asomo afuera y las cosas cambiaron de lugar y otras no se movieron. Son casas, árboles muy grandes, la montaña, el río seco que se traviesa cuando vas a la loma. La via  del tren nostálgico. Los miembros del escuadrón de la muerte dormidos en los durmientes con su último aliento de oxidado fierro, de ciudad olvidadiza por cierto.

Pudiera ser que al trastocar el ritmo de la calle, el rechinido de la puerta al mover la música, llamara la atención de un pintor renacentista y me pintara a mano. Pudieran ser arte los ojos que se asombran al ver de nuevo un pedazo de barda borrosa por los muchos grafitis y por el paso de los años en mis ojos.

Si viajo al sur de este planeta, en la ventana contraria veo la misma ropa que tiende la vecina. Me la sé de memoria. En el cielo hay nubes que amenazan, pero no llueve. La gente lava y tiende.

Al jardín le brotaron plantas exóticas. Hay depredores minúsculos que no había visto nadie en el jardín tranquilamente en el orégano junto a la barda.

La gente de a poco sale a buscar lo indispensable. Acaso un saludo amable, una sonrisa confiable.

La ciudad es como un coche aparcado en la orilla del asfalto. Enciendes la marcha y se calienta el motor despacio. Casi negado va despertando de su sueño de humos y velocidades espectaculares al pasar un vado que nos lleve a otro lado.

Ignoro por qué me acostumbré adentro, a esa penumbra liviana del foco. Lo digo ahora que con un pie en el estribo de la calle, listo para emprender un nuevo viaje, pongo los pies en el suelo. Alguien encendió el sol y sus reflejos multicolores.

Ahi voy. Me digo por dentro. Estoy a punto de correr como loco y ya no detenerme hasta acabarme el tiempo de los días y las noches y hacer de nuevo las calles con mis zapatos viejos. Gritar, saltar de un lago a otro del bache que fue este encierro.

Ya en la calle, en su caso, podría dedicarse a la noble afición de hacer un bache. Le diré cómo, es fácil:

Ponga usted pavimento en la calle. Déjelo que seque un rato. No vuelva a verlo hasta que pasen muchos carros y bastantes lluvias, hasta que madure el descascare y una Caterpillar le haga el primer orificio. Mídalo con el dedo gordo del pie izquierdo. Véalo desde la puerta de casa. Súdelo con el obrero que quiso taparlo primero. Brínquelo a ver si puede. Si no puede pasar a pata, sino en carro, ya estuvo bueno. Tampoco es bache el que tapa una calle, ese es un lago señora. No pase.

Puede usted salir a la calle tranquilamente como un hujier, un ciudadano que se precisa serlo en los baches imaginarios que solo vemos nosotros los ciudadanos.

Luego el bache se puede convertir en lo que nadamás usted ve. En un invento que usted  no ha patentado.

Ahora salgo despacio y no hay baches, chinchero, qué extraño, como si me diera comezón un zapato, ya quiero ver el agujero urbano, el hoyo exacto para tirar una mezcla, un kilo de arena, un cemento fresco para hacerlo y taparlo de nuevo. Pero no sé si si lo estoy soñando o ya estoy despierto. Es lo mismo.

HASTA PRONTO

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