CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-La contingencia va para largo. Las autoridades sanitarias advierten que esta semana se presentará el ‘pico máximo’ de contagios y muertes, por tanto las recomendaciones siguen siendo las mismas: extremar la higiene y quedarse en casa.
Después de mas de ochenta días en confinamiento, muchos victorenses literalmente ‘se hartaron’ de estar encerrados y botaron el cubrebocas. Pero muchos mas continúan con las medidas de aislamiento social.
En estos dos meses y medio, uno de los primeros estragos que se vieron muy marcados en la población fue el cambio en los hábitos alimenticios.
La nutrióloga Nelly Diaz, le explicó al Caminante que uno de los impactos del encierro es que las personas tienden a devorar alimentos por estrés y ansiedad, como harinas, golosinas, gaseosas y alcohol y lamentablemente al mismo tiempo se reduce el consumo de frutas y verduras.
Al inicio de la contingencia muchas personas a través de sus redes sociales expresaban su beneplácito por estar mas tiempo en casa. Mensajes positivos acerca de la unión familiar y el menú hecho en casa se popularizaron rápidamente.
Pero, la poca o nula experiencia en este tipo de eventos resultó finalmente en la pérdida de rutinas.
“Se generó un desorden en los horarios de las comidas, lo cual se tradujo en ayunos prolongados, saltarse comidas o, incluso, comer de más…mucho mas” explica la nutrióloga.
Sin embargo el cese de las ‘actividades no esenciales’ afectó de manera directa al comercio de la capital tamaulipeca y muy en especial a los que ofrecen comida: al verse limitados a sólo ofrecer ‘órdenes para llevar’ su actividad bajo drásticamente. Algunos establecimientos decidieron cerrar definitivamente.
El siguiente ‘escalón’ en esta pérdida de buenos hábitos alimenticios fue la comida chatarra.
La especialista explica que “El aburrimiento provocado por el encierro incentiva la mayor ingesta de alimentos; por lo tanto de calorías, esto ocurre porque ante el estrés, “el cuerpo libera una hormona llamada cortisol, que nos incita a ingerir alimentos con azúcar y grasas saturadas”.
Por otra parte, el hecho de estar todo el dia en casa cambió la dinámica de muchas personas.
Aunque una gran mayoría pasó del trabajo diario en la oficina al ‘home office’ modificó los horarios familiares y con ello vinieron los trastornos del sueño: la facilidad de poder echarse ‘una jetita’ en cualquier momento aunado al uso excesivo de los dispositivos móviles puso a muchos a desvelarse y levantarse tarde por mas de dos meses.
“Una de las consecuencias de los trastornos del sueño es que produce mayor ingesta de alimentación nocturna, nos levantamos de madrugada y ‘asaltamos el refri’ porque ya el ‘relojito’ del hambre ya esta descompuesto” dice la especialista.
Para acabar de dar al traste con todo esto, otra de las actividades que fueron obligadas a suspenderse fue el acceso a los gimnasios. Esto no solo frenó de golpe a
todas aquellas personas que trabajan sus cuerpos de manera disciplinada, sino que por poco lleva a la quiebra a los dueños de estos centros.
Si bien, muchas familias optaron por la alternativa de ejercitarse en casa y otros desafiaron las recomendaciones oficiales y se lanzaron a trotar a los parques y bulevares, la gran mayoría perdió el hábito de sus actividades físicas. De manera casi irremediable, los días largos trajeron kilos de más.
Las autoridades estatales han informado que el 15 de julio es la fecha estimada en que se restablecerán las actividades. Sin embargo regresar a la ‘normalidad’ no será una tarea sencilla pues como afirma la nutrióloga “en lo referente a los hábitos alimenticios habrá que poner mucho empeño para revertir los vicios que se crearon estos últimos meses, asi como retomar el ejercicio físico y domar al ‘monstruo’ del insomnio que provocó esta rutina cargada de pereza”. Habrá que acudir con este tipo de especialistas para recibir asesoría y lograrlo. Demasiada pata de perro por esta semana.