A fuerza de mantenernos encerrados y cambiar la forma de socializar, la pandemia por el Covid 19 también nos da la oportunidad de nuevos aprendizajes, sobre todo en el entorno educativo, que al parecer seguirá a distancia por largo tiempo, aquí en Tamaulipas las autoridades no prevén que el actual ciclo lectivo vuelva a las aulas y como van las cosas es muy posible que el 2021, a partir de enero, continúe el Aprende en Casa.
En el nivel básico ha sido determinante el acompañamiento de las madres de familia, que han tomado el toro por los cuernos y le han entrado al reto de convertirse en facilitadoras, guías o maestras en casa. Si ya se les había incrementado la labor domestica por tener en cuarentena a toda la familia en el hogar, con el sistema educativo a distancia se les exige más, incluso se quejan algunas de tener más tareas ahora que en los añorados días de clases presenciales. Al final del ciclo, ellas bien podrían aspirar a diplomas y estímulos económicos como se les otorga a los maestros del sindicato.
Pero en el bachillerato y educación superior, los estudiantes están enfrentando otro tipo de desafíos, amén de los tecnológicos, tienen que lidiar con el hostigamiento de docentes faltos de paciencia y pedagogía. En este segmento es donde más están saltando los problemas que antes se vivían en el aula y ahora quedan grabados en la red.
Aquí los jóvenes no quieren a los padres de vigilantes, es cuando empiezan a ser independientes y buscan afianzar vínculos sociales.
Pero están en riesgo hasta en el salón virtual.
Destacados académicos, con niveles superiores, con años de servicio y certificados por instituciones de prestigio como la UNAM, el Tec de Monterrey o el de Victoria, han sido viralizados a partir de su pésima conducta frente a las cámaras.
Del hostigamiento a un joven con problemas de lenguaje, la agresión verbal a una alumna con problemas tecnológicos y el acoso sexual a una adolecente nos hemos enterado gracias a la exposición de la educación a distancia, quizás estos mismos agresores han cometido abusos en las cuatro paredes de un aula y con total impunidad han atemorizado al alumnado para no denunciar las malas prácticas docentes, pero hoy el mundo los vigila.
Como en otros casos de injusticia, las mujeres jóvenes y también sus compañeros, no se atreven a hablar sobre el bullying que les hacen sus mentores, por temor a ser más reprimidos en casa o para no arriesgar su calificación. Y así dejan pasar muchos abusos de profesores arcaicos que aún creen que “la letra con sangre entra” o peor, que su estatus les empodera para coquetear y seducir a sus alumnas.
El acoso sexual a las chicas de prepa y universidad es un secreto a voces en muchas escuelas, la comunidad docente y estudiantil sabe bien cuál es el acosador, pero de alguna forma evaden la responsabilidad y siguen por generaciones abusando de las jóvenes.
Antes de la pandemia, ya en varias ocasiones las colectivas feministas animadas por el MeToo han realizado actos para contrarrestar la violencia de género en las instituciones educativas, promoviendo la campaña “tendederos del acoso”, en 2018 y 2019 eventos simultáneos se desarrollaron en más de 20 universidades del país, denunciando a sus acosadores, compañeros, maestros y administrativos de los planteles.
En ese 2020, las pantallas que todo lo graban son también el arma de defensa para frenar el acoso y sentar precedentes que cambien las formas de la enseñanza, sobre todo que se haga valer el respeto a una vida libre de violencia en la escuela. Ojalá que la nueva normalidad nos obligue a ya no ver como normal el acecho de un profe a su alumna.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE