El olor a flores mortuorias es a ratos lo único que despide vida en un domicilio de la capital.
Aunque esta casa es muy amplia, y debido a las restricciones sanitarias por causa del Covid-19 los dolientes procuran que no haya aglomeración de personas en espacios cerrados.
En esta ocasión el patriarca de una familia numerosa ha partido a mejor vida.
El ‘don’ terminó sus días en paz, rodeado de nietos y bisnietos. Sin embargo algunos parientes que se hallan lejos de Ciudad Victoria tardarán un par de días más en llegar a despedir al abuelo.
Por esta razón el cuerpo tuvo que pasar por un concienzudo proceso de embalsamamiento, para desinfectar, preservar y estar presentable al ser despedido por sus familiares.
Y esto es porque en este país, la ley obliga a realizar embalsamamiento cuando el cuerpo deba ser velado más de 48 horas o que tenga que ser trasladado más de 200 kilómetros del lugar de su fallecimiento.
Es aquí cuando los conocimientos, la destreza y la ética de un embalsamador son requeridos.
Esta profesión, aunque es muy poco conocida, es el enlace para que aquellas personas que tras haber perdido a un ser querido, puedan despedirse de manera digna y tranquila de su familiar.
Hace décadas, el oficio de preservar el estado de los difuntos se transmitía de manera generacional, es decir de padres a hijos o de maestro a pupilo. Actualmente se necesita tener una certificación o diploma avalado por una institución educativa competente como lo manda la Ley General de Salud.
En Ciudad Victoria existe una instituciones que ofrece un diplomado intensivo con asignaturas de
fisiología, anatomía, medicina legal y química orgánica entre otras acompañadas de más de 100 horas de práctica.
El oficio de embalsamador es mucho mas que solo trabajo técnico con cadáveres. Cada cuerpo en realidad representa una historia de vida con todas las connotaciones sociales, familiares y humanas que hace una pequeña pausa en este mundo antes de ser despedido.
Prácticamente se trata de ayudar a las personas en su duelo. Y esto es porque al darle al cuerpo una apariencia natural al cuerpo, desde su punto de vista la presentación permite una velación digna
pues para las personas es importante ver a su ser querido muy parecido a como era en vida y de esta forma y despedirse, esto ayuda a cerrar un ciclo.
Pedro es embalsamador certificado y contrario a lo que muchas personas pudieran pensar, él disfruta mucho su chamba pues esta consiente de la titánica labor que tiene en sus manos.
Su rutina de trabajo no tiene nada de rutinario pues cada cuerpo que recibe suele venir en condiciones distintas (los restos de aquellos que fallecieron por covid-19 deben ser cremados por ley) y en su plancha ha visto pasar, literalmente, de todo.
Una vez que el cuerpo es desinfectado y drenado se le inyecta formaldehído mediante bombeo. Esta solución es la que evita que los tejidos se descompongan y neutraliza las bacterias además de que les devuelve el tono rosado.
El paso siguiente es darle un aspecto ‘natural’.
“Con los adultos o los abuelitos es muy sencillo, generalmente usamos una foto de como era en vida y se maquillan (se afeitan si es el caso) para que luzcan lo mas parecido posible a como eran en vida” comenta Pedro.
Lo que si le puede a veces causar un poco de tristeza es recibir cuerpos de niños, incluso bebés.
“También he recibido a personas que en vida siendo varones se identificaban como femeninos y pues hay que vestirlos y presentarlos a su velación como ellos lo preferían.
Durante todo el tiempo que Pedro ha desempeñado este trabajo, ha sido bombardeado por amigo y familiares con innumerables preguntas, algunas que rayan en lo ridículo.
“En realidad trabajar con difuntos es mucho mas fácil que trabajar con los vivos, es mas apacible, mas tranquilo, aunque existe el respeto, dejas atras tu temor a la muerte, y te concentras en cumplir tu labor, en permitirles a dejar este mundo de manera digna y despedirse manteniendo el mejor recuerdo posible” concluye.
De hoy en mas, el Caminante recordará estas palabras antes de despedirse de aquellos camaradas que se nos adelantaron en e camino. Demasiada pata de perro por esta semana.
“En realidad trabajar con difuntos es mucho mas fácil que trabajar con los vivos, es mas apacible, mas tranquilo, aunque existe el respeto, dejas atras tu temor a la muerte” embalsamador.
Por JORGE ZAMORA