Algunas personas no se acostumbran al frío y otras al calor, ha de ser por las genes o la adaptación paulatina que ocurre desde que se nace y desde que andamos los humanos por esta tierra.
Apenas hace un aire fresco y la raza saca su chamarra gruesa, muchos ya no se la quitan y hay quienes duermen con ella y dos pesos en la bolsa, pudieran ser uno de a 500 si no es mucha molestia. Muchas veces o casi siempre las chamarras duran más que las personas, por eso se heredan o se venden en el tianguis a 30 pesos y no está rota. Los vendedores sacan toda la ropa de frío y ofertan a buen precio la del verano, uno que otro trae playera de tirantes con el frío que hace, andas veraneando y en chanclas, le dicen.
Cierras bien las puertas y ventanas de ser necesario, tapas los agujeros y rendijas por donde se cuela el aire muy campante. Primero no hayas qué ponerte pues no tienes ropa de invierno luego no hayas que ponerte para que te vaya bien un martes a las 6 de la tarde.
Si no hay más te pones las botas de Gladiador,los guantes de estambre y de piel, te vas a raíz temblando, no le puedes sacar la vuelta al frío como si fuera una manzana, te vas por donde hace sol y todavía no te bañas. Llegas al trabajo y nada más tú llevaste el abrigo de mink y la estola de zorro plateado, no te la quitas ni para ir al baño, sudas a chorros.
Los años en que no hace frío nadie los recuerda, en cambio recuerdan cuando nevó en los años 60, o más acá cuando las fuentes del 17 se cristalizaron, cuando había fuentes. En las noches buscas los cobertores y te los pones, los calcetines gruesos, las pijamas negras y no las encuentras pero tampoco recuerdas haberlas comprado. Con frío se antoja un café con hojarascas, póngame dos señora, un panecillo, un bisquet con mantequilla y una charla amena acerca del clima. El frío provoca reacción entre la población abierta y cerrada.
Las calles se despueblan de gente a pata, y todos en carro no casa. Entonces cambian los planes, si vas a ir no vas, o vas pero llévate un suéter, dice la mamá angustiada, se imagina a su hijo solo y su alma temblando de frío como el gato Silvestre de las caricaturas. Hace mucho frío, prendes la lumbre ahí hay leña, dice tu padre en el rancho. Con la lumbre se calientan las manos y poco a poco hacen lo ,porqueal cuerpo.
No te salgas al frío, dicen los que saben, porque se te enchueca la boca, aunque no haya una boca derecha y existan unas más checas que otras. Al paso del frío te acostumbras, llegas al grado extremo de bañarte con agua fría, dura y seca, casi quema el alma y no lloras porque capaz que se cristalizan las lágrimas. El clima no cumple antojos así que de la noche a la mañana todo cambia, no tiene palabra, no habla, si hablara tampoco haría nada por nosotros, si hace frío es porque tú lo dices y lo sientes, habrá otro que lo niegue.
De cualquier manera en este tiempo extraño de repente andas temblando y no por miedo, ese no lo conoces, pero conoces el frío que cala en los huesos. Sabes que afuera te espera, que te enferma de la garganta. Buscas la chamarra la nueva, la que compraste aquel día en el aparador imaginario. La encuentras. Te la pones y te quedas dormido hasta muy entrada la mañana. HASTA PRONTO.