La que está en marcha y que convocará a las urnas a los tamaulipecos el 6 de junio para renovar diputaciones locales y federales, además de las 43 alcaldías, no es una elección en la que los partidos que busquen ganar escojan candidatos o candidatas basados en el afecto, la complejidad, lo que está en juego y el futuro de Tamaulipas está en juego y obliga al pragmatismo.
Así es mis queridos boes, en esta elección, PRI, PAN, MORENA y MC, ya deben haber reflexionado que no están para atender el viejo reclamo de “ya me toca”, “me lo merezco”, “es mi última oportunidad” y mucho menos de imposiciones de grupos.
Si, me refiero a que más allá de años de militancia, de parentescos sanguíneos o políticos, de sociedades empresariales o de ideologías, lo que quienes deciden en los partidos tienen que tomar en cuenta es la posibilidad de ganar de quien vaya a ser él o la candidata.
Y es en ese sentido en el que se han dado los acercamientos entre los panistas y los priistas, pero además entre los propios dirigentes de México Libre, que aunque aún no es partido, tiene una fuerza que no se le puede escatimar y que tiene muy avanzadas alianzas parciales con los blanquiazules de donde se desprendió.
El asunto es que, por ejemplo en Nuevo Laredo, donde la mayoría de las opiniones indican que ya le toca a Salvador “Chava” Rosas ir por la alcaldía que dejará vacante Enrique Rivas, en el PAN no son pocos los que dicen ‘si se la merece, peeeroo’
Ahí, propios y extraños reconocen que el diputado federal no tiene hartas posibilidades de ganar, como los que lo quieren en el PAN quisieran, porque en mediciones, de las que no se publican ha salido hasta en tercer lugar.
Eso indica que “Chava” Rosas podría si tener todos los afectos, si los merecimientos para ser el próximo alcalde, pero lo que el PAN requiere es un personaje que garantice el triunfo, porque Nuevo Laredo es más que uno de los 43 municipios.
El tamaño de sus ingresos lo podría fácilmente poner a competir con la propia administración estatal, la exposición mediática del alcalde en turno, lo convierte siempre en una figura estatal, por eso es que desde ahí, un presidente municipal de oposición sería capaz de orquestar un proyecto para el 2022.
Es decir; para que Rosas gane ahí se necesita una súper fórmula que le cuerpee, una alianza que impida que se desgrane el voto y mucha inteligencia para contener el avance de la oposición guinda que seguro le apostará su resto a dar la batalla.
Por eso, no nos extrañe que las boletas del 6 de junio estén llenas de sorpresas, porque estoy seguro que las decisiones serán tomadas con la cabeza y no con el corazón.
Obviamente los panistas tienen como principal objetivo mantener la aplanadora que hoy ostentan en el Congreso Local pastoreada por Gerardo Peña.
Con la misma importancia, los liderados por el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, tienen prohibido perder Nuevo Laredo, que ya mencionaba, Reynosa, Tampico, Altamira y Victoria.
Cumplir dichas metas principales, permitiría a la administración estatal que está en su cuarto año de gobierno, mantener el ritmo y gobernabilidad sin sobresaltos con el poder legislativo local y gobernar a la mayor parte de los tamaulipecos teniendo bajo control los municipios más grandes de la entidad. Claro que el PAN busca ganar más de los municipios que hoy tiene, que son la inmensa mayoría, pero con la victoria en los grandes, el tránsito hacia el 2022 es suficiente.
Bajo esa perspectiva, habrá de lado a lado de Tamaulipas, panistas que se han mantenido con la mano alzada pidiendo la oportunidad de estar en las boletas, panistas que militan en ese partido desde cuando ser candidato azul era un acto heroico, pero tendrán que entender que lo que toca esta vez es el PRAGMATISMO, postular a los que pueden ganar y no a los que quisieran que ganaran. Es el mismo caso del PRI, porque ahí igual o peor que en el PAN, hay personajes que se hicieron viejos reclamando una candidatura, pero que no le garantizarían al PRI ni mantener las recudirías que hoy tiene y por lo tanto tendrán que escoger y hasta negociar la alianza que ya se tramita con los panistas.
En el caso de MORENA, es el mismo caso, pero peor de difícil de resolver, porque en el partido de AMLO no se quedan en los insultos y se van a los golpes entre ellos.
Este fin de semana lo vimos en Nuevo León, cuando un grupo de morenistas se lió a golpes con otro, en rechazo a la postulación de la ex priísta Clara Luz Flores para la gubernatura.
En Tamaulipas hace una semana, los miembros del consejo consultivo de MORENA fueron a Victoria a patear el escritorio del dirigente estatal.
La pelea será entre los viejos seguidores de AMLO y los que llegaron al proyecto ganador el 2018, los viejos sin popularidad, pero con la certeza de que ellos deben ir primero, serán imposibles de convencer.
En síntesis; veo boletas con candidatos de una alianza parcial entre PAN, PRI y lo que queda del PRD con rostros azules y tricolores. Veo boletas con rostros compitiendo a favor de MORENA con rostros de ex priístas rechazados por sus propios compañeros de partido y las traiciones que son parte de su ADN.
Y para terminar, veo, huelo, anticipo: candidatos escogidos con el cerebro tras hacer matemáticas y amigos teniendo que aguardar mejores tiempos.