Lo primero es la salud, nos lo han dicho siempre y es que sin bienestar físico no se puede ir a buscar el económico. Así que para salvaguardar la salud pública se han tenido que tomar decisiones trascendentales en menoscabo de la economía de muchas familias. Hoy no serán muchos los que anden contentos con sus aguinaldos. El desempleo es la nueva realidad de más de doce millones de mexicanos, que apenas iniciada la pandemia perdieron el trabajo, según el informe nacional, al mes de abril.
Tan sólo en octubre, el presidente López Obrador reconoció la pérdida de un millón de plazas laborales y al mismo tiempo anunció la recuperación de 250 mil, mientras que la OIT alertó
a nuestro país sobre el desempleo del 11.7 por ciento al final de este año, en la población económicamente activa. Las predicciones internacionales no cuadran con los datos presidenciales, sin embargo, la nueva normalidad mantiene a millones de hombres y mujeres en México sin trabajo.
Sin pago, sin aguinaldo, sin prestaciones sociales, ni médicas, no hay nada que celebrar. Sin seguridad económica, aunque se este pleno de salud, no hay ánimos para posadas, fiesta o reuniones, las que se siguen haciendo pese a las recomendaciones oficiales.
En contraste, quienes traen el dinero en la mano están abarrotando las tiendas abiertas, cazando ofertas y preparando grandes agasajos.
Quizás hasta se aventurarán a viajar, a visitar a amigos o familiares y seguirán con su movilidad, con poca o nada de responsabilidad social.
Son los privilegiados que traen circulante quienes se ven en las imágenes que se rolan en redes sociales, en fiestas clandestinas, posadas y reuniones sociales.
También los que traen con qué, se lanzan a comprar un antojo a la plaza y no se aguantan las ganas de salir a fotografiarse en las mismas escenas decembrinas de cada año en las avenidas.
Las mismas figuritas y luces multicolores alusivos a la navidad, motivaron que muchas familias dejaran por un momento el encierro y se amontonaron en las plazas nacionales y locales, la vendimia en su máxima expresión, como si no pasara nada.
Y es que el comercio informal también debe reactivarse, a pesar de las alertas y el semáforo mal sincronizado.
Pero será un amargo diciembre para quienes esta navidad estén en duelo por la muerte de un familiar, para quienes tienen a un pariente o amigo hospitalizado, para quienes están sin trabajo y padecen los efectos colaterales de la pandemia del Covid 19.
Una navidad atípica, triste, austera nos que nos debería llamar a todos a la solidaridad, empatía social y sororidad, sin más pretensiones, que mantenernos en salud, sin credo y sin ideologías.
Y quizás en un intento desesperado de volver la esperanza a la humanidad o de mantener el consumismo a flote, la OMS promete a los niños que Santa Clos es inmune al COVID-19 y que podrá traer regalos a todos los niños del mundo en esta Navidad.
Una funcionaria de la organización avisa que “líderes de todo el mundo han dicho que han relajado las medidas para que Santa pueda entrar en el espacio aéreo y llevar regalos a los niños”, pero en esta consideración no se habla de las afectaciones económicas que pueden retrasar los juguetes.
Con o sin dinero, estamos ante una época festiva que puede llevarnos al relajamiento de las medidas, pero no se debe bajar la guardia, la OMS le pide que “considere sus planes detenidamente.
Si vive en un área con alta transmisión, tome las precauciones para mantenerse a sí mismo y a los demás seguros”. Tedros Adhanom sugiere que
el mejor regalo esta navidad es “la salud, el amor por la vida, la alegría y la esperanza”.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE