A nivel internacional, la fabricación, distribución y aplicación de las vacunas está resultando más problemática de lo que muchos gobiernos anticipaban. A nivel nacional, el contagio de covid-19 por parte del presidente López Obrador también abre un compás de espera e incertidumbre en el gobierno federal. Por supuesto, no se trata del primer mandatario que se ha contagiado, pero sí se trata de un gobierno que ha concentrado en su persona —demasiado, diría yo— tanto la toma de decisiones como la comunicación de las mismas.
Sin embargo, los plazos fatales del calendario electoral no se detienen y de algunos de ellos me ocuparé en esta columna.
Este domingo 31 de enero concluyen las precampañas para diputaciones federales y el periodo de registro de apoyos a candidaturas independientes. Desde el primero de febrero y hasta el próximo 4 de abril se abre un compás de espera para concretar el registro de las candidaturas federales.
Por su parte, hace algunas semanas, el 4 de enero pasado, concluyó el plazo para que las y los diputados federales manifestaran su intención de buscar ser reelectos de manera consecutiva. De manera poco sorprendente, 448, o casi un 90 por ciento del total de la Cámara de Diputados, levantaron la mano.
Los once legisladores del PVEM, el más reciente aliado de la bancada oficialista, alzaron la mano. 232 de los 252 diputados de Morena, 92% de su bancada, manifestaron su intención. Por otro lado, esta proporción es algo menor entre las bancadas de oposición: PRI, 89; PAN,
83; MC, 81, y PRD, 58 por ciento.
Vale la pena aclarar que estas intenciones declaradas no implican automáticamente que todos ellos volverán a aparecer en las boletas electorales: esto dependerá de las cúpulas partidistas. Y quienes consigan el visto bueno de sus partidos no necesariamente conseguirán el triunfo: eso dependerá del electorado.
En el caso de los plurinominales, por ejemplo, tampoco tienen garantizado aparecer en el mismo lugar de las listas de sus circunscripciones.
La evidencia comparada de países con reelección legislativa sugiere que los legisladores en el cargo (los llamados incumbents, en inglés) suelen tener ventaja sobre sus rivales retadores porque, entre otras cosas, suelen ser más conocidos en sus demarcaciones y cuentan con más redes de apoyo en el gobierno que los segundos.
Esta tendencia general podría no tener el mismo peso en todos los partidos ni con todos los aspirantes. En el caso de los aspirantes de Morena y partidos coaligados, las campañas intermedias podrían ser más complicadas que las de 2018 porque no gozarán del efecto de arrastre del candidato presidencial.
En el caso de los aspirantes de partidos opositores, quienes lograron ganar sus distritos en 2018 a pesar de la abultada votación de Morena, quizás podrían tener mejores resultados en 2021. En algunas entidades, el efecto de arrastre de las candidaturas a gubernaturas podría ser determinante, como también podría serlo la calidad de las candidaturas y sus campañas.
Algunos legisladores podrían desistir de su intención por reelegirse si consiguen una candidatura más atractiva, como una gubernatura o presidencia municipal.
POR JAVIER APARICIO