No debe ser fácil para una mujer ser la más bonita. Me imagino la envidia a su paso por la calle por donde camine tranquilamente. Puedo imaginar, mas no saber de la especie de acoso que debe ser salir a la calle sino es que en la propia casa y aún frente al espejo.
Prefiero creer que la costumbre de ser bella le ha inmunizado contra la fiebre del género masculino con este calor. Todos sin falla voltean a verla y hacen comentarios según sus sombras, y ella disimula no darse cuenta. Sabrá lo que dicen de su cuerpo esbelto. Y saldrán rivales que trivialicen y otras que compitan palmo a palmo con su éxito inquebrantable.
No hay modo de ocultar los ojos bonitos viendo todo o la nada. Lo que ella quiera ver, qué importa eso con tal de que exista. Habrá aquellos estoicos osados que la persigan de oficio y sin beneficio. Querrán verla para después mentir a sus cuates, inventar la mirada que no les vio. Y si por descuido ella los mira, con eso tienen para inventar la canción. Años luz dirán que anduvieron con ella y describirán largas noches de pasión escuchando el estruendoso paso del tren por Victoria cuando todavía no canta el único gallo del barrio.
Los amigos del amigo incendiario no le creerán nunca comoquiera, sea verdad o sea mentira. La bella no se inmuta y, aunque no pase por nuestra cabeza, pocos sabrán que ella sufre. Hay mujeres bonitas por dentro y por fuera, en eso consiste. Saben más que uno que se las da de muy ducho. Saben pelar nopales sin espinarse, se ha de espinar pero nadie se entera hasta que grita y dan ganas de llamar una ambulancia y uno entre los desnutridos lo hace.
Sale con sus amigas igual de hermosas y nadie las recuerdas, nada más la más bella es eterna, la niña de los ojos, la flor de calabaza, la reina del festival y de la feria.
La verdad es que la bella no sabe de maquillaje. Tiene cejas altas y delgadas como tatuajes, sus pestañas largas, los ojos negros y profundos. La mirada es dulce y tierna y es morada de ángeles desde donde se vea. Apenas puede uno con eso de saber de su existencia si es que sobrevives al desamparo de conocerla y tardes años en hablarle.
Cuando cruza la plaza el aire se detiene a verla desde una banca desquebrajada, luego la sigue para soltar su pelo y ondear su cuerpo como una bandera mexicana.
La ropa, una prenda que se adhiere y acaricia su cuerpo de sirena mientras se la prueba y acomoda. La he visto en todos los colores, en miles de mariposas que estallan en el cielo del quinto distrito. La conozco como todos mas la amo como ninguno.
Cuando voy con ella, pues nos casamos hace tiempo, aprendo y grabo en el recuerdo esto que ya dije, en seguida lo repite el eco y seguimos juntos. Escucho palabras distintas a esta y sin embargo son falsas, ego, si razones de corazones rotos y solitarios.
Dirán que no es bella ahora que somos viejos y la tomo de la mano para no caernos. Si caemos lo haremos juntos y eso hiere a otros sin propósito, nos quedaremos dormidos.
Dicen que no es bella y es la más linda pues va conmigo a donde quiera y a mi es al único esclavo que ella mira. Por dentro lucimos la misma belleza, las cosas que hicimos, las avenidas que recorremos, las inmensas tardes cada vez más oscuras como antes de la lluvia.
Y sonreímos nosotros los de ahora, los únicos. Ella es la más bonita y yo el más feo del mundo.
HASTA PRONTO.
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA




