Sin que existieran negociaciones previas, la reunión de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Palacio Nacional el 18 de septiembre mostró
la debilidad de los países regionales ante el dominio de Estados Unidos vía la OEA y otros
mecanismos de control.
Las relaciones de EU con los países latinoamericanos y caribeños se basan en cinco vínculos de dominación hegemónica de Washington: el político (OEA), el geopolítico (Doctrina Monroe), el económico (la diplomacia del dólar y de los tratados comerciales), el ideológico (Cuba) y el militar (Escuela de las Américas).
Aunque el vínculo militar se tejió con hilos finos, el inicial radicó en el hecho –reconfirmado en Afganistán, por si hubiera duda– de que la política exterior imperial de la Casa Blanca es militar y no diplomática.
Ahora mismo Washington ha fortalecido las evidencias de que la estrategia de lucha
contra el crimen organizado dentro de EU se basa en la persecución de capos y cárteles en
sus países de origen, con el dato adicional de que el eje del modelo está en manos
del Departamento de Defensa, no del Departamento de Estado.
En la actualidad, el vínculo militar de EU con América Latina y el Caribe se mueve dentro de tres instituciones con funciones de defensa controladas por EU y en función del american way of life o modo de vida estadunidense que depende de la exacción de recursos de los
países de la región y del alejamiento del comunismo como forma de gobierno, aún
con las complicaciones tipo Cuba: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
para asistir a países que luchan contra el comunismo, la Junta Interamericana de Defensa y la Conferencia de Ejércitos Americanos que agrupa a los jefes de las fuerzas armadas con relación directa con el Pentágono hoy militarizado.
Y hasta ahora, la doctrina militar estadunidense sigue dominando el pensamiento y la educación de militares a través de cursos en la reformadas Escuela de las Américas, antes localizada de manera estratégica en el Canal de Panamá y hoy asentada como Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad en Fort Benning, en Columbus, Georgia.
Policías y militares de la región hicieron cursos bajo el enfoque de seguridad nacional
estadunidense en clave de guerra fría ante la competencia con la Unión Soviética.
El otro vínculo clave para la dominación hegemónica de la Casa Blanca se localiza en
el mecanismo de los tratados comerciales en mercados globales articulados, pero siempre bajo las necesidades de producción y consumo de Estados Unidos.
En este sentido la propuesta de un tratado comercial de los países latinoamericanos
y caribeños con el tratado de comercio libre de Norteamérica –México, Estados
Unidos y Canadá– no representaría ninguna conquista de espacios autonómicos en
materia económica y de consumo, sino que subordinaría las economías regionales a
la dinámica estadounidense.
Lo que quedó claro en la reunión de la CELAC fue la necesidad de encontrar
nuevos mecanismos y formas de diálogo político entre los países de la región para
negociaciones conjuntas con Estados Unidos.
La idea quedó abierta cuando se anunció que la reunión de la CELAC sería el inicio de la
construcción de una OEA sin EU.
Con más expectativas no amarradas ni negociadas con anticipación, la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) pudo haber quedado en un
mecanismo político regional para construir discursos de negociación ante Estados
Unidos.
La confrontación entre presidentes y representantes de Uruguay, Paraguay y Colombia contra Cuba, Nicaragua y Venezuela probó la necesidad de construir un enfoque político y geopolítico diferente al de Washington.
@carlosramirezh