TAMAULIPAS.- Como un lunes negro, calificaron los medios tradicionales la caída mundial de las redes sociales, nunca como ahora la desconexión digital había angustiado a tantos y por tanto tiempo, algunos países reportaron la recuperación de las líneas 5 horas después, en otros sitios hasta 8 horas estuvieron sin acceso a Facebook, WhatsApp, Telegram, Instagram, Tiktok, Gmail y hasta a Google, pero siempre nos quedará Twitter.
Los memes y bromas por el obligado “détox digital” cimbraron la red del pajarito azul, que por un momento se olvidó del odio político y dio cabida al desahogo de las frustraciones por el apagón de las otras redes.
Pero el gusto duró poco, al volver a la nueva normalidad, donde la socialización está basada en las tecnologías, regresaron los mensajes de polarización política, una circunstancia que se intensificó hace tres años y le faltan otros tres para dejarnos de fastidiar o quizás no se vaya nunca, la intensidad del debate político en Twitter, quiero decir.
Quizás a algunos les pesa más la “nomofobia”, término utilizado para definir el miedo irracional a estar desconectado, salir de casa sin el celular o salir de las redes sociales por falta de pila o la caída de las mismas, sin embargo, a mí me pesa más la “políticofobia”, término que nombra la aversión a los políticos, en principio por sus ideologías extremas.
En este tenor, leo con horror los enfrentamientos de los seguidores de la Senadora Lily Téllez contra los seguidores de López Obrador y viceversa. Un pleito que escaló demasiado, se sale de control y no divierte a nadie. Y hasta da miedo.
El más reciente round de ambos políticos se da, porque la primera filtró que le montaría una rechifla al presidente si se acercaba al Senado y el otro respondió que mejor no iría, y hasta ahí reinó la mesura, pero solo porque estábamos más enojados con el programador y dueño de todas nuestras conversaciones, Mark Zuckerberg, que no terminaba de reconectar los cables, luego volvieron al encono social que nos provoca la política a la mexicana en la actualidad.
“Una legisladora dio a conocer que me iban enfrentar, es una situación muy bochornosa, cuando se trata de protestas de mujeres uno tiene que ser mucho más respetuoso y no hay necesidad de exponernos, no es a Andrés Manuel es la investidura presidencial y tiene que haber respeto” alegó el quejoso, pero la senadora insistía “El violador serial de la Constitución: el señor presidente vendrá al senado, es preciso hacerle frente”, aunque al día siguiente se desdijo de la convocatoria a la agresión.
En este galimatías, ambos personajes se apropian de la tragedia de las mexicanas, él cuando se burla diciendo que a las mujeres se respetan y aún no dialoga con las colectivas, reprime las marchas y estigmatiza la protesta feminista, y ella utilizando el término “violador serial” en una cuestión de demagogia política, minimiza un término que tanto duele en el alma de las mujeres.
Luego, el pleito entre los fanáticos de los políticos subió de tono, a grado tal que la senadora denunció amenazas serias contra ella y la vida de su hijo y pide la intervención del presidente y la policía cibernética.
Un hecho que debe investigarse a fondo y no puede dejarse en visto. Total, que la convivencia social, el debate público y las conversaciones digitales nos provocan ansiedad, angustia y desesperación, porque los políticos no dan tregua, nos tienen colgados en sus manos, con estridente información para distraernos de lo importante y urgente, cortinas de humo les decían antes, ahora son las benditas redes sociales incendiarias
EN BOCA DE TODOS / GUADALUPE ESCOBEDO CONDE
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021