8 diciembre, 2025

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La vida en 30 segundos

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

En medio minuto uno abandona un barco y alcanza a correr 200 metros sin que lo alcancen. Puede que lo alcancen, pero entonces hablaríamos de otro al que alcanzan en medio minuto.
Todavía queda medio minuto para que se acabe esta hora. Uno sabe lo que puede ocurrir en 30 segundos. En 30 segundos se mete un gol y se falla un penalti, se puede terminar un partido, antes puede haber una bronca, puede no haberse jugado nada y estar emocionado en casa leyendo un libro. Se puede escribir lo que se quiera, descansar, sin ver nada sino la pared llena de manchas, o escuchar el claxon de algún carro.
En medio minuto se bajan unas escaleras y le hablas a alguien que pase y ese alguien voltea en medio minuto y pasa y nadie se entera que contaste los segundos.
En medio minuto pasa el tiempo al otro minuto que busca el fin de sí mismo. En medio minuto pasa uno y lo están esperando. Lo espera una persona solitaria, lo espera el otro minuto largo.
En medio minuto se soporta la respiración bajo el agua y se juega a las vencidas con los delfines. Al otro minuto te ahogas con el estadio lleno de emociones y todas las cervecerías que patrocinan la mente sana en el cuerpo sano. Cuando faltan 30 segundos todos ven la pelota hasta que se detiene ya muerta, inservible cuando el árbitro pita.
Alguien dijo 30 segundos y se tardó 10 en decirlo, mintió porque eran 20 los que quedaban, pero nadie alcanzó a desmentirlo, por falta de tiempo.
En 30 segundos se te cae el año, se te cae el alma, se te cae la presidencia municipal, se te cae la gubernatura, se te cae la presidencia de la república, se te cae la ciudadanía encima, se te cae el mundo, se te cae el pequeño pedazo de suelo que pisas, te caes, resbalas, te deslizas, te vuelves el héroe que vuela como supermán y como los voladores de Papantla. Te halagan, te ensalzan, te haces muy pobre, te haces rico, lees cinco renglones y los olvidas y te olvidan en los siguientes 30 segundos.
El túnel del tiempo está compuesto por 30 segundos afuera y 30 segundos adentro.
Es un minuto completo. Es decir que cuando faltan 30 segundos, acaban de pasar exactamente otros 30. Y así sucesivamente hasta el infinito.
Si una persona ve a otra durante 30 segundos, lo hizo toda la vida. Si una persona escucha 30 segundos a otra, ya lo escuchó todo De haber llegado 30 segundos antes, no hubiese pertenecido a este minuto en que estamos conversando. Hubiera estado en otro cuaderno.
A lo mejor todavía no llegará al extremo de este minuto, estuviese detenido en aquel segundo esperando que pasara alguien. En la última mitad del minuto, si alguien ve a otro, es lo último.
30 segundos es ver también que no queda mucho. Es conocer bien el tiempo, pues se es viejo en la segunda mitad de
ese minuto. Es pertenecer a la tercera edad del último segundo, cuando pareciera que quien está hablando se estuviera quedando dormido.
Cada segundo está allá en la constelación de estrellas que nadie cuenta. Cuentas hasta 30 y alguien grita desaforadamente la salida y todos corren hacia distintas metas sin darse cuentas que corren hacia la misma.
En 30 segundos llaman a la puerta, vas y no es nadie. En 30 segundos oyes que alguien corre, en otros 30 segundos el que corrió cae y se levanta. En un minuto se completó el ciclo y comienza la vida.
Faltan 30 segundos para un abrazo presentido. Qué suerte poder pensarlo, no cualquiera piensa lo mismo. Si cuento de aquí hasta allá, los pasos son los mismos 30 de vuelta.
Los he contado juntos, los he hecho más largos, los hice de uno por uno como si faltasen 30 para que se acabe el mundo.
HASTA PRONTO.

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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