TAMAULIPAS.- Las mujeres no mienten, o mienten menos, no lo digo solo por defender mi género, lo dice la ciencia y lo confirman los estudios de género, y lo sabe el presidente de ahí que para apantallar con su segmento del “quién es quién en las mentiras”, ceda el micrófono a una mujer.
El enojo generalizado de las feministas, que no han logrado en tres años, un encuentro con el presidente para que escuche las demandas más sentidas de más de la mitad de la población mexicana, esta basado en la percepción del que “él no nos cree”, sin embargo, sí sabe que no se le miente con los otros datos, lo que pasa es que su filosofía, que presume como “humanista”, no lo es tanto, pero si su terquedad y obnubilación política que lo llevan a imaginar que detrás de cada mujer inconforme, dañada, víctima del sistema patriarcal, esta un enemigo opositor a su ideología.
Obcecado, minimiza cualquier expresión pública de una mujer, sin embargo, pone a desmentir la plana de la prensa a una mujer. Hace poco, la comunicadora Azucena Uresti escribió una carta para Ana Elizabeth García Vilchis, así se llama la encargada del segmento que ha provocado más burlas para ella, que a quien ideó la estratagema.
Uresti le dice a Vilchis que no se deje utilizar por el régimen y que está a tiempo de salir corriendo de ese bochornoso acto mañanero de cada miércoles. La misiva, de una mujer a otra, se presume como una carta de sororidad, sin embargo, es un ataque certero a la funcionaria pública a quien se le crítica su desempeño, su tartamudez, “sobreactúas, sudas, te tiembla la voz. Y eso me indica que en el fondo no te siente cómoda con lo que haces”.
Y este texto, le cae como anillo al dedo al presidente y a su aparato de comunicación que seguramente esta copado de masculinos, se confrontan dos mujeres, se hacen de palabras en público y se rompe la sororidad.
Mientras, el espectáculo debe continuar y Vilchis debe seguir capoteando los memes virales y el bullying de la prensa que se va sobre ella, la mensajera, y además tolerar la violencia machista del jefe, para hacer el trabajo que le han encomendado.
Y tiene razón la comunicadora en querer, “como amiga”, que la vocera de las mentiras salve su pellejo, pero no hace falta que se lo diga, eso solo regocija al presidente.
Así que no hay que rasgarnos las vestiduras entre mujeres, ella no está ahí por casualidad, la coloca el presidente para que diga lo que él no puede decir, porque para desmentir algo se debe tener, por lo menos, la integridad de no ser mentiroso. Esta comprobado, las mujeres mienten menos, pero el presidente no nos cree, cuando no le conviene.
EN BOCA DE TODOS / GUADALUPE ESCOBEDO CONDE




