TAMAULIPAS.- Giovanna salió del Seguro Social de la Loma un tanto desconcertada y sin entender que le había sucedido.
El día anterior, despertó con un intenso dolor de piernas y cabeza, además de fiebre y debilidad.
Aunque ella pocas veces falta a su trabajo, esa mañana decidió ausentarse y llamó por teléfono para informarle a sus superiores de la situación.
Su jefe inmediato, un hombre de edad mediana se preocupó instantáneamente al haber una sospecha de que su ‘empleada estrella’ estuviera contagiada por Covid-19, en su variante ‘Ómicron’. Por esta razón, le solicitó a Giovanna que acudiera al hospital a hacerse una prueba para determinar si su malestar se debía al molesto y peligroso virus.
La empleada obedeció la orden de su jefe y al dia siguiente, se enfiló, ya bien almorzada, a la clínica del IMSS de la Loma y arribó en punto del mediodía.
Al llegar preguntó a los guardias que vigilan la entrada a ‘urgencias’ si efectivamente se estaban aplicando pruebas de Covid en ese momento, a lo cual los uniformados respondieron que si.
“Pásele a formarse señito… ahorita que hay poquitas personas” le indicó el guardia
La mujer se apuntó en una lista con su nombre y número de seguridad social y se unió a la fila que para ese entonces no pasaba de 30 personas.
La mujer tanteó que la espera no pasaría de 3 o 4 horas a lo mucho, y se puso a mirar su celular.
El sol empezó a descender poco a poco, y la fila pasó de ser de 30 almas, a nutrirse de un ciento mas.
De repente dieron las 4 de la tarde y la fila simple y sencillamente no se movía.
Los presentes solo se miraban los unos a los otros sin saber el porqué de la demora.
– Lo que tiene uno que pasar para poder hacerse la prueba ¿verdad? y la fila nomas no se ve que avance – dijo un señor sombrerudo con camisa de franela.
– Pos’ no queda de otra ‘don’ – respondió una joven mujer con una blusa bordada con los logos de una famosa empresa de refacciones – en el Simi la prueba que nos piden (la PCR) cuesta casi dos mil pesos… imagínese tener que desembolsar tanto dinero
– ¿En el Tamaulipas a cuanto esta? – preguntó una señora que cargaba varias bolsas de ‘mandado’
– Esta en mil novecientos – contesto otro joven integrándose a la conversación.
– ¡No pues imagínese! si de por si la incapacidad paga bien poquito, ¡y tener que apoquinar tanto dinero nomas para una prueba!
Giovanna escuchaba en silencio los dichos y reclamos de los presentes mientras que las manecillas del reloj se alejaban lo mas que podían para indicar que ya eran las seis de la tarde “Lo bueno que me vine bien almorzada” pensó, mientras mandaba un whatsapp a su esposo que para esas horas ya se andaba preparando para ir a trabajar a una conocida factoría.
“Todavía ni entro a urgencias, todavía estoy haciendo fila” le escribió a su marido.
La luz del sol se empezó a hacer tenue mientras mas de uno sentía que ya le ‘chillaban las tripas de hambre”.
de pronto, Giovanna vió como la fila se movió y varias personas avanzaron unos cuantos metros.
“En ese momento hasta sentí alegría” relataba la empleada al Caminante que no podía creer que la espera se hubiera prolongado tanto tiempo.
Pero la fila se había movido, no porque ya hubiera actividad en el nosocomio, sino porque varios de los pacientes decidieron darse por vencidos y se retiraron del lugar.
Alrededor de las ocho de la noche empezaron a atender a los presentes. Luego otra pausa. Una trabajadora social anunció que a las nueve de la noche se reiniciaría la atención.
“Tu eres la número dos” le dijo a Giovanna. Pero la atención realmente ocurrió las 10 de la noche.
Cuando Giovanna por fin accedió a un cubículo, un médico y dos pasantes la atendieron. Le preguntaron sus síntomas, pero no le aplicaron la prueba PCR y sin mas ni mas le extendieron una incapacidad por siete días.
“Ya se puede ir”.
Once horas pasó la mujer en ese lugar, solo para una pequeña entrevista sin revisión ni muestra nasofaríngea. Sin saber si efectivamente tenía Covid, o si le habían diagnosticado un falso positivo, la mujer se retiró a reposar. Esa pata de perro… ni el Caminante la tiene.
POR JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZÓN




