QATAR.- Paola Schietekat es una mujer mexicana que solía tener el trabajo de sus sueños: pertenecer a la organización del Mundial Qatar 2022, por ello, desde el 2020 residía en el país oriental.
Sin embargo, la noche del 6 de junio un compañero de trabajo, a quien ella consideraba “su amigo”, truncó la posibilidad de continuar trabajando en ese país.
El seguro en la puerta de Paola no estaba puesto cuando su agresor irrumpió mientras ella dormía. Y es que confiada en que Doha es una de las ciudades más seguras, la joven no solía cerrar su puerta. A partir de ese momento comenzó un largo camino lleno de malentendidos que no le dejaron de otra más que huir de Qatar.
“Después de un forcejeo breve terminé en el piso. Horas después, me salieron moretones en todo el brazo izquierdo, el hombro y la espalda”, narra Paola en su carta “Un mundo que parece odiar a las mujeres”, consultada por El Heraldo Digital.
Paola denunció de inmediato, incluso obtuvo un certificado médico que demostraba la agresión. Acudió a la policía junto con el cónsul de México en Qatar, Luis Ancona.
Más tarde, las autoridades la convocaron de nuevo a la estación policial. La querían enfrentar con su agresor, quien aseguraba que sí eran novios y que ella había dado consentimiento para que él ingresara al departamento.
Como el agresor dio esa descripción, Schietekat pasó de acusadora a acusada, pues cabe recordar que en este país oriental las relaciones extramatrimoniales son un delito y eso era lo que les preocupaba a los policías, descartando cualquier abuso.
La sentencia absolvió al agresor y a ella le impuso la pena de 100 latigazos y siete años de cárcel: la culpaban de haber tenido una relación extramarital.
Sin embargo, afortunadamente no se cumplió la sentencia, ya que con el apoyo del Comité Organizador del Mundial y de Human Rights Watch, logró salir de Qatar el 25 de junio y regresar a México, en donde comenzó otro tormento: las autoridades no la apoyaron en lo más mínimo.
Paola era culpable por haber tenido una relación extramarital y para evadir la condena, su abogada le recomendó casarse con su abusador.
“Durante mi proceso, observé la poca, o más bien, nula preparación de la Embajada para actuar en mi defensa. Nadie de las y los diplomáticos hablaba ni un poco de árabe, pero tampoco tenían el menor conocimiento de las leyes locales”, menciona en su carta.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO