2 julio, 2025

2 julio, 2025

¡Cuidado con la ‘rata’!

Los robos a casa habitación están prácticamente sin control en la ciudad ¡póngase 'buzo'!

VICTORIA, TAM.- ¡Buenos días! – se escuchó a la puerta de la casa del Caminante. Don León, un vecino que recientemente se había mudado a otra colonia, golpeaba incesantemente el barandal con una piedrita.

– ¿Qué dice Don León? buenos días
– Oiga vecino de pura casualidad ¿no vio quién se llevó mi carro? – preguntó preocupado Don León.

– ¿Su carro? Yo pensé que cuando se cambió de casa se había llevado todo – respondió el Caminante.

– Nomás me llevé los muebles, es que mi carro estaba descompuesto de una rótula, y le dije al dueño de la casa que vendría por él después.

– Pues no fíjese, sí me di cuenta que lo había dejado aquí y pensé que después lo recogería pero la verdad no noté que ya no estaba.

El hombre bajó la cara en señal de tristeza, pues su carro era una de las pocas pertenencias que conformaban su patrimonio.

– Me resulta muy difícil de creer que nadie haya visto cómo se llevaran un carro, sino es un objeto pequeño – dijo el hombre – mañana iré a poner la denuncia a ver si con las cámaras que hay aquí cerca logran identificar a los ladrones.

Muy desconsolado, Don León trepó a su moto y se fue.

Esta no sería la primera vez que los cacos darían un golpe, en la colonia donde el Caminante tiene su cantón.

Meses antes, el Juanchillo, regresó de Reynosa para darle una vuelta a su domicilio, el cual había dejado deshabitado, y grande fue su sorpresa al darse cuenta de que se habían llevado las pocas pertenencias de su casita de madera, Pero eso no fue todo, también habían arrancado literalmente el excusado del cuarto de baño.

– Es que son chingaderas «don» – refunfuñaba el Juanchillo – según yo me fui a la frontera a trabajar, para poder hacerle mejoras a mi casita y mire con lo que me encuentro.

En esa ocasión también le sustrajeron una moto del interior del cuartito.

Otro que sufrió un atraco fue Pipo: ocurrió en una noche que llovía a cántaros, y los rateros aprovecharon que los truenos suelen hacer sonar las alarmas, para abrirle el coche y robarle el gato hidráulico, la llanta de refacción y la batería.

Al igual que los otros habitantes de este sector, Pipo anduvo preguntando entre los vecinos para conseguir alguna pista de los amantes de lo ajeno. No tuvo éxito.

Tambien al «Apá» intentaron metérsele a su casa, como anda de novio, hay noches que no llega dormir a su departamento de soltero, y al parecer los ladrones ya lo tenían bien checadito. Una mañana llegó y se dio cuenta que habían intentado violar la puerta de la cocina.

– ¡Nombre apá, haz de cuenta que voy llegando, y habían quebrado el vidrio, y le metieron una llave ‘ele’ para tratar de forzar la puerta pero no pudieron! – relataba el güero vecino abriendo sus verdes y cansados ojos.

Días después de eso, ‘el Apá’ se consiguió un perro doberman, e instaló reflectores de luz LED por todo el patio de su casa.

Y así como éstas, las historias se repiten a lo largo y ancho de toda la mancha urbana.

El Caminante, en su diario peregrinar, escucha a muchas personas lamentar que los ladrones los hayan visitado.

Los cacos cargan con todo: desde escobas y sillas de jardín, hasta tanques metálicos de basura para venderlos como fierro viejo. Perros de raza, escaleras, jaulas de pájaros, tarimas de madera y prácticamente cualquier cosa que no esté atornillada al piso.

Las autoridades siempre recomiendan a los agraviados interponer la denuncia correspondiente, para que así los policías investigadores puedan llevar a cabo su trabajo y y dar con los ladrones.

Hay quienes aseguran que la ola de robos se intensificó a causa de la pandemia, y tal vez sea cierto, pero no deja de ser molesto, que alguien robe lo que se ha conseguido comprar con mucho esfuerzo.

Por lo pronto, muchos victorenses han optado por poner cámaras de vigilancia y doble y hasta triple candado en cada una de sus puertas, así como instalar reflectores para mantener bien iluminado el patio. Incluso en algunos fraccionamientos los vecinos se organizan para realizar rondines de vigilancia en su sector por las noches, sobre todo si son zonas a las que la policía casi no acude.

– Aquí la patrulla casi nunca se para, y cuando hemos llamado al 911 no dan con la colonia, o simplemente no vienen – contaba al Caminante el dueño de un estanquillo en una colonia de la periferia.

La ciudad se encuentra prácticamente indefendible ante el ataque de los «ratas», y no se ve la hora en que esto vaya a mejorar.

Demasiada pata de perro por esta semana.

Por Jorge Zamora

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