Amontonan en marzo la agenda de mujeres y así el INMUJERES establece otro acuerdo con Instituciones de Educación Superior para prevenir, atender y erradicar la violencia contra las universitarias, este contine cinco puntos básicos: visibilizar la violencia, desnormalizarla, prevenirla, investigarla adecuadamente y castigar a los responsables. Son como cartas, de buena voluntad.
Nadine Gasman les ha dicho a mujeres y hombres que están al frente de escuelas de educación superior que «tienen la responsabilidad mínima de emitir pronunciamiento firme de cero tolerancia al hostigamiento sexual y al acoso sexual, así como a todo tipo de violencia contra las mujeres». ¿La están oyendo?
Mientras que Delfina Gómez, de la SEP les recordó que hace 3 años se impuso la tarea para las IES de realizar un diagnóstico sobre el estado actual de los mecanismos para la prevención, atención y sanción del hostigamiento y acoso sexuales en entornos universitarios, pero de las 525 unis participantes, todavía el 19 por ciento no cuenta con un pronunciamiento de cero tolerancia, y el 23 por ciento aún está pensando su propuesta. ¿Cuáles faltan? ¿Y porqué no lo han hecho?
Además, suscribe la SEP que solo el «69 por ciento de las IES cuenta con una Unidad de Género o área homóloga responsable para dar seguimiento a la política pública en materia de igualdad de género y el 59.6 por ciento tiene un mecanismo de seguimiento de resolución de casos de hostigamiento y acoso sexual aplicable para TODA la comunidad educativa». ¿Y el resto?
En tanto y en voz de la CONAVIM, Fabiola Alanís indicó que la «articulación de voluntades en las instituciones y la visibilización de este enorme reto, es un paso fundamental para que las estudiantes y las trabajadoras de los centros educativos, cuenten con mejores garantías de protección y de acceso a una vida libre de violencia». ¿Sumarán voluntades todos?
Los organismos que buscan erradicar la violencia de género de las universidades coincidieron con el Subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas en encarar este grave problema que «en los últimos 20 años ha tenido un crecimiento significativo». ¿Y la estrategia?
Encinas, aceptó que el problema no es solo de las condiciones de inseguridad del país, sino de violencia cotidiana, la que está metida en las conductas sociales «en nuestras familias», «en los hogares», «en las escuelas» y «en los centros de trabajo». O sea, las víctimas conviven con su agresor.
Los aires de marzo los vuelve a todos reflexivos y así subrayan casi al unisonó que es momento de que todos reconozcan que el abuso y hostigamiento no es culpa de las mujeres, «el culpable es el otro, el que utiliza una posición de poder para agredir a una estudiante o a una trabajadora de la educación, y las culpables también son las instituciones que no quieren reconocer que sus estructuras reproducen una violencia machista y patriarcal».
Los protocolos de cero tolerancia priorizan la carga de pruebas en los victimarios y no, «como ocurría en el pasado, en las víctimas».
En fin, en marzo todos como lobos con piel de oveja, aliados. Y el resto del año omisos y cómplices.
Por Guadalupe Escobedo Conde




