Como cada Día internacional de la Mujer, este 8 de marzo, todos se tornaron feministas, empezando por los políticos. Desde el Presidente de la República, pasando por los Gobernadores, alcaldes y diputados, hasta los candidatos a puestos de elección popular, de manera unánime los integrantes de la llamada clase política se desvivieron en elogios y manifestaciones de apoyo a la lucha de las mujeres.
El objetivo, granjearse las simpatías del llamado sexo débil que representan más de la mitad de los padrones electorales.
Aunque en los últimos años se han logrado avances importantes en la materia, la paridad de género en los puestos de gobierno es un ejemplo, aún persisten retrasos lamentables, la discriminación laboral es uno de ellos y el machismo, que no es privativo de México, igual que la violencia, no ha podido frenarse en el mundo.
Para la iglesia, a la que todavía no llega la democracia, igual que para la machista cultura cristiana, la mujer sigue siendo un ser inferior.
Por eso vale la pena recordar que, en el año 411, AC, hace casi 2 mil 500 años, en plena guerra del Peloponeso entre las ciudades griegas de Atenas y Esparta, el comediógrafo y activista político Aristófanes estrenó “Lisístrata”, una obra de teatro en la que las mujeres acuerdan un huelga sexual para obligar a los maridos a poner fin a los conflictos militares que constantemente desintegraban hogares, dejaban a muchas de ellas, a algunas sin hijos, a otras viudas o sin hermanos, así como a numerosos huérfanos y lisiados.
El pacto de abstinencia trajo consigo, asimismo, el abandono de las labores domésticas que mantuvieron hasta que se firmó la paz.
Aunque se trata de una de las artes escénicas, Lisístrata, no solo se ha convertido en símbolo de la lucha pacifista, también de la emancipación femenina y la liberación sexual, que debiera de reconocerse también cada 8 de marzo, ya que quizá fue una de las primeras expresiones feministas de la historia.
La buena noticia, a propósito, es que las celebraciones de este 2022 no registraron los niveles de violencia y vandalismo de otras ocasiones.
La veda electoral, por otra parte, sigue causando problemas a los servidores públicos.
Ningún de ellos puede presumir la obra pública, tampoco los avances de los programas de gobierno. Al Presidente López Obrador le ha impedido hablar del tema en las mañaneras y el gobernador de Tamaulipas, García Cabeza de Vaca, tampoco podrá rendir su último informe de gobierno en la forma habitual.
En el ámbito internacional, mientras tanto, los representantes del PAN, como los congresistas de los EE. UU. que tanto reprocharon a AMLO que no rompiera con el gobierno de Nicolás Maduro, deben de estar más que enfadados por las pláticas que los estadounidenses han tenido con el mandatario venezolano para pedirle que les venda petróleo a efecto de compensar la eventual escasez del proveniente de Rusia y frenar el alza del energético provocados por la guerra de Ucrania.
Repentinamente, los gringos olvidaron que habían llamado al presidente sudamericano dictador, genocida y enemigo de la democracia, ahora solo falta que lo traten como amigo y aliado.
La charla con Maduro, además, parece haber enterrado al movimiento de Juan Guaidó, quien fuera designado “presidente encargado” de la nación bolivariana, con la bendición de Washington y otros países de la región, igual que a los lacayos del imperio del norte, a los que ahora ha dejado, al primero colgado de la brocha, a los segundos exhibidos como ingenuos.
Por José Luis Hernández Chávez
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