Nuestra ausencia es protesta. El 9M ninguna mujer se mueve es un movimiento feminista, pacífico y de protesta contra la desigualdad de género que priva en el país, debemos recordar, porque parece que alguien lo olvido, que es una huelga de empleadas, trabajadoras informales o formales, de amas de casa y de todas las mujeres que decidieron manifestarse en el día nacional sin mujeres, como se ha hecho en dos años anteriores, y para una “huelga” no necesitamos permiso, ni la venia del sistema patriarcal.
No es un derecho laboral alcanzado recientemente, es un hecho de repudio a las condiciones en que viven miles de mujeres en este país, con precariedad laboral, salarios ínfimos, dobles o triples jornadas y trabajos no remunerados. Es un día que no inventó un partido político, fue espontaneo en el 2020, se replicó de forma virtual en 2021 por la pandemia y en este 2022 se volvió a registrar, porque las mujeres así lo quisieron, no porque sea una conquista sindical.
Con la cruda endemoniada que nos dejaron el 8 de marzo, las muchas historias de horror narradas por víctimas y familiares de las víctimas de violencia contra las mujeres, hacía falta parar, para revalorar la fuerza feminista, que esta vez dio muestras de una mejor organización cívica, con más convocatoria, en más espacios públicos y las mismas consignas, “México Feminicida”, la más dolida por los once feminicidios diarios.
Contrario a lo que deseaban los opositores al movimiento feminista, no hubo confrontación entre las manifestantes y las mujeres policías, no hubo trifulcas como la ocurrida recientemente en un estadio de futbol, no hubo monumentos tirados, ni agresiones entre mujeres, fue una concentración masiva que no derribó las vallas, pero si tumbo la estigmatización que se pretende de una protesta justa y necesaria que no parar hasta encontrar la igualdad entre personas.
Y sí, la CDMX es el epicentro del movimiento, pero en Tamaulipas la primavera morada se registro con más intensidad que en años anteriores, la pandemia había frenado la participación de más mujeres en las calles, pero esta vez fue diferente, con convocatorias de boca en boca, con presencias espontáneas en las marchas y mucha afluencia de jóvenes, madres con sus hijas, ancianas y más cobertura mediática, este 8M fue más emotivo que los anteriores, la fuerza de las mujeres demostró una vez más que no pararan hasta encontrar a las desparecidas, hasta que haya justicia en los casos de violación y feminicidio que no han sido juzgados, hasta que se respeten a cabalidad los derechos humanos de todas en todos los espacios, la escuela, el hogar, el trabajo, las calles y en todo entorno público y político.
Escribo estas líneas, desde el privilegio de una habitación propia, sumamente conmovida por la sororidad que alcanzó a más mujeres y me uno al paro, por las que no pueden parar.
Por Guadalupe Escobedo Conde