Debemos de cuidar el agua porque cuando se acabe nos vamos a morir en corto. Y queda bien claro que comoquiera a titulo personal nos vamos a cacalaquear y si eso no nos importa, los más pequeños, los niños qué culpa tienen.
Nadie desea emigrar de ciudad y dispersarse por el mundo buscando agua o peleando por ella. Esto podría ser una guerra. Habría un estira y afloja entre brazos resecos. De todas partes llegarían personas a buscar agua y a reñir por ella en lugar de solo cuidarla.
Cuidemos el agua, que aún estamos a tiempo dentro de esta agonía. Esto quizás quiera decir cuidemos el medio ambiente para revivir y mejorar la calidad de vida. El agua pasa por la garganta y en un parpadeo está en cada célula. El cuerpo como ejemplo la aprovecha al cien por ciento.
Las ciudades se ha encargado de ir comiendo naturaleza. Es cierto. Y sin embargo la vida es un mundo y la gente ha preferido este modo de vida. Y ha sido notablemente bueno. Por tubería el agua pasa saludando de mano en buena onda. Tratemos el agua como si fuese una persona. La ciudad cuando hay agua debe recordarla.
Sólo hay que cuidar el agua como vemos el sol. Como necesitamos que amanezca. Hay que ponerle casa al agua, guardarla, y hay que ponerle casa a Dios por habernosla dado.
El agua se acaba y es que en algún sitio del mundo se interrumpió el ciclo. Ya debe saberlo, hay cosas en nuestro derredor que ayudan al círculo del agua. Hay árboles, vientos, sol, nosotros mismos.
Para las llamas el agua es un remedio, como para la garganta. Para las gárgaras. Para el ron, para un vaso y un café.
El agua esa gran samaritana nos da agua para beber . Y la hemos tirado. Hay muchas formas y maneras inexplicables de desperdiciar el agua. Pero no la hemos podido reproducir. Qué ingenuidad la mía.
El agua es un ser vivo. Desde los acantilados se escucha el sonido cuando baja rumbo al océano a confundirse con los demás. Ahora y siempre hay agua trabajando para volverse nube viajera. Anhelo del hombre. Finales de sequías, llanto atroz cunfundido entre la lluvia.
A otro nivel el agua es embotellada, acumulada en grandes almacenes. En presas y lagos artificiales. Entonces no llueve. El agua sigue siendo gratis. El costo es del equipo que la trajo, en qué pipa, en cuál tubería, a qué distancia. A otro nivel el agua también se gasta, la industria carga su peso específico en la espalda. Y no ha llovido. Pero lloverá y seguirá lloviendo.
Sobre una balsa aún hay hombres que pescan agua. Sacan agua de un pozo y hacen un caldo. Hay seres humanos que se bañan todos los días y nadie los culpa porque supieron cuidar el agua. Desperdiciar agua no es más que hacerlo con cargo de conciencia.
A otro nivel el agua intenta el desgastado suicidio y escurre por los tejados. Al poco rato se reúne en un pequeño arroyuelo de esos que hay miles cuando llueve. Yo los he visto y creo que antes me habían platicado cuando nos dejábamos ir chiquillos con la corriente.
Sí el agua incide pasará de hacer falta a inundar las ciudades. Lo sabemos todos. Algo se rompió en el ciclo de vida. Se impone cuidar el agua, amarla, soñarla, tenerla y cuidar los ojos que la miran. Se puede participar de muchas maneras. No tirarla no es dejar de usarla. Usted ya sabe en lo que tiene sus excesos, qué le va a andar diciendo uno.
No llueve, pero la vida es así y usted verá cómo al rato la gente comenzará a pedir por que deje de llover y para que salgan el arcoiris y las hormigas voladoras… Y no deja de llover, créame.
HASTA PRONTO.
Por Rigoberto Hernández Guevara