MATAMOROS, TAMAULIPAS.- Llegar a la frontera norte de México para cruzar a los Estados Unidos no es nada fácil para los migrantes. Hay quienes salen de su tierra huyendo, otros, en busca del “Sueño Americano”, ese sueño que repentinamente se convierte en una pesadilla.
En los últimos años, se ha recrudecido la situación que deben enfrentar los migrantes para llegar a su anhelado destino, algo que pocas veces consiguen.
A Matamoros llegan, diariamente, cientos de migrantes, ya sea extranjeros o mexicanos, todos con diferentes historias, pero de igual forma, la mayoría con un solo propósito: conseguir asilo humanitario en los Estados Unidos, el que para muchos nunca llega.
Eso ha provocado que en esta frontera un gran número de migrantes se quede a vivir aquí, donde han creado pequeñas comunidades para sobrevivir y así, protegerse de robos y abusos, pero, sobre todo; de secuestros, los que en ocasiones son inevitables.
Gladys Caña Aguilar, quien es presidenta de la Asociación Ayudándolos a Triunfar, una organización dedicada a asistir a los migrantes en Matamoros, comentó que la mala información es lo que hace venir a los migrantes, quienes en su trayecto son abusados y hasta secuestrados.
“Lo que sucede”, dijo, “es que ellos se dejan llevar por la rumorología, pues cuando oyen que una persona, amigo o familiar cruzó, piensan que también van a poder, y se dejan venir. Les venden un sueño americano muy bonito, pero cuando llegan, su sueño se vuelve una pesadilla”.
Para llegar a México se sufre: Romy Marcelus
Romy Marcelus es un migrante de origen haitiano, quien con su familia salió de su país huyendo ante los graves problemas que se están registrando allá. Llegó a esta frontera caminando, travesía que inició desde Brasil, país al que llegó primero con su familia.
Él recordó que su país está viviendo serios problemas, y por eso salió de ahí. Como pudo, llegó a Brasil, luego se desplazó caminando a Bolivia, Perú, Ecuador, luego a Colombia, para cruzar a Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y finalmente llegó a Chiapas, a Tapachula.
Para llegar a la frontera sur de México, Romy y su familia sufrieron mucho, incluso se dispersaron cuando cruzaban la selva que divide a Colombia y Panamá. Fue demasiada la angustia, pues por varios días no comieron, sobre todo porque uno de sus hijos se les perdió y al tercer día apareció.
“Cuando íbamos de Colombia a Panamá, nos metimos en la selva de Darién, que es de las más peligrosas del mundo, y nos perdimos. Caminamos por seis días sin techo, sin comer, ni beber, incluso mi hijo pequeño se nos perdió y al tercer día lo encontramos”, platicó, con lágrimas en sus ojos.
Pero al igual que Romy, la hondureña Raquel López salió de su país huyendo con su familia, ante el temor que fueran asesinados por el crimen organizado. Ella era líder comunitaria en su tierra, defensora de los derechos de los más vulnerables, y sufrió el asesinato de su mejor amiga.
Recordó que cuando estaba en su casa, llegó un hombre armado y mató a su amiga, quien también era defensora de los derechos humanos. Después de eso tuvieron que huir, pues el sicario la buscaba, además de la familia de su amiga, quien la culpaba a ella por el crimen.
En su trayecto a la frontera, Raquel López y su familia fueron víctimas de actos de discriminación, pero sobre todo de abusos por parte de elementos de migración mexicana, quienes les exigían dinero para permitirles que continuaran con su camino.
Migrantes se queda; se estima que 1,800 están viviendo aquí
Finalmente llegaron a Matamoros, para cruzar a Estados Unidos, pero a la fecha no lo han logrado, y permanecen aquí, pues no les queda de otra. Al respecto, Juan Antonio Sierra Vargas, encargado de la Casa del Migrante señaló que son más de mil 800 los migrantes que se han quedado.
Por año, son miles los que llegan a Matamoros, todos en busca del “sueño americano”, como es el caso de los haitianos, y cuyo número se ha incrementado últimamente, pero a la fecha, no han logrado cruzar, y por ello permanecen en esta frontera.
Sobre su trayecto ya se conoce, pues llegan a Brasil o a Chile y de ahí se desplazan, como pueden, hasta la frontera sur de México, pero en el caso de los cubanos se conoce poco, y así lo explica el también coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana de Diócesis de Matamoros.
“Su travesía en ocasiones es más larga, ya que viajar mediante programas de cooperación a Rusia, España, Ecuador y Venezuela y ya estando ahí, de manera legal, con pasaporte, se desplazarse a otros países y finalmente llegan a México”, comentó.
Pero si bien muchos migrantes llegan con documentos a México, aún persiste el problema del tráfico de humanos, reconoció Sierra Vargas, quien dijo que debido a que su desorientación, son enganchados por integrantes de bandas, quienes les dicen que venden la idea de que los van a cruzar de una forma segura, sin contratiempos.
Mexicanos, víctimas de abusos y discriminación
Pero el problema de la migración no es exclusivo de los extranjeros, también se da con los mexicanos, sobre todo con la gente que vive en los estados del sur del país, de donde sale un gran número de desplazados, como es el caso de Teresa Delgado Vargas.
Ella es del estado de Guerrero, de Piedras Grandes, Atoyac de Álvarez, y salió de ahí debido a que allá le mataron a su esposo, y hasta la fecha no sabe por qué, pero sospecha que todo se debió al despojo de sus tierras.
“Yo vengo huyendo con mis hijos, porque allá mataron a mi esposo y la verdad, no sé porqué lo hicieron, ya que mi marido nunca tuvo problemas, solamente sabemos que él salió a trabajar y cuando regresaba, le pusieron una emboscada”, dijo, pero sospecha que todo se debió al despojo de sus tierras.
Algo Similar sufrió Fernando Ventura Reyes, quien viene huyendo de Oaxaca, donde se viven conflictos agrarios que han provocado la muerte de muchas personas. De hecho, él logró escapar de tres intentos de homicidio, y es por ello que escapó a esta frontera, junto con su familia.
Emigrar por conflictos como los que se viven en Oaxaca es doloroso, sobre todo cuando aún estando en tu propio país, sufres de discriminación, como le viene sucediendo a Fernando y a su familia, quien ha sido víctima de ello, tan solo porque habla su dialecto.
Dijo que aquí, en Matamoros le sucedió, cuando un día viajaba con su familia en un camión y cuando una mujer los escucho hablar, los empezó a insultar, “y en verdad que se siente muy feo, sobre todo porque nuestra propia gente nos está discriminando”.
En su trayecto a la frontera los migrantes sufren muchos abusos, por parte de grupos delincuenciales, los que, bajo la promesa de llevarlos a Estados Unidos, incluso, les cobran estratosféricas sumas de dinero que van desde los 60 mil a 120 mil pesos.
Gladys Caña comentó que ellos, los migrantes, sufren desde extorsiones, abusos, secuestros, violaciones, incluso hasta sus hijos han sido víctimas de estos delitos, “de hecho tengo niñas que han llegado, con los traumas propios de la violación, secuestros, lo que aún no han sabido superar”.
La situación de los migrantes, ya sea extranjeros o mexicanos, es muy difícil, sobre todo porque aun cuando muchos de ellos llegan con documentos, y aquí se les otorga permisos para que puedan trabajar, siguen siendo víctimas de abusos.
La delincuencia organizada sigue haciendo de las suyas, pues ya no solo trafican con ellos, sino que también los secuestran y por ello, se han convertido en un comercio que les deja grandes dividendos económicos.
Por Raúl Espinosa S.
EXPRESO-LA RAZON