TAMAULIPAS.- Por momentos, la sesión de la Cámara de Diputados en la que se rechazó la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, recordó a las que cada semana se realizan en el Congreso de Tamaulipas.
Más allá de los matices -en San Lázaro hay una variedad de personalidades que eclipsa a nuestra fauna local- el paralelismo que guardan ambos recintos legislativos es que en los dos pasará un buen tiempo antes de que se aprueben reformas de gran calado.
El último tramo de la presidencia de López Obrador transcurrirá sin que pueda modificar la Constitución como tenía planeado;
con el 2024 en el horizonte, la oposición bloqueará cualquier intento.
Ahora, por ejemplo, luce casi imposible la reforma al Instituto Nacional Electoral que pretendía llevar a cabo el Poder Ejecutivo.
Lo mismo ocurre en Tamaulipas, pero aquí no será solo la última recta del sexenio de Cabeza de Vaca, sino también la primera parte de la próxima administración, la que no podrá hacer cambio alguno a la Constitución local.
Aunque el PAN se hizo del control de la Junta de Coordinación Política, sigue estando en desventaja ante la bancada de Morena, que a su vez, carece de la mayoría calificada.
Es decir, en el Congreso seguirán atoradas las reformas que pretendía sacar adelante la bancada de la 4T.
Ahora bien, esta polarización que podría traducirse en una prolongada parálisis legislativa no debería condenarse en automático.
Asistimos a un momento inédito en la historia moderna de México y de Tamaulipas, en el que se enfrentan dos modelos de país, y en medio, una sociedad cada vez más politizada.
Guste o no el resultado de la votación del domingo, lo que presenciamos es la democracia en funcionamiento, una comprobación más de que la supuesta amenaza dictatorial siempre fue un cuento.
Avanzan las campañas
En Tamaulipas las campañas por la gubernatura ya entraron en el segundo cuarto, y a estas alturas ya se pueden identificar a la perfección la estrategia trazada desde los cuartos de guerra de los candidatos.
Américo Villarreal recorre el estado con el discurso de la Cuarta Transformación como oferta estelar.
“Truko” Verástegui mantiene su apuesta por los eventos masivos y la exhibición de su poder de convocatoria y de movilización.
Y Arturo Diez Gutiérrez, el que no tiene nada que perder, tira metralla pesada contra los dos que están muy por encima de él en las encuestas.
En seis días, hay una fecha importante en la ruta electoral. El debate, que servirá, además de escuchar sus propuestas, para observar su desenvolvimiento en escenarios de alta presión.
Aunque el formato se pase de acartonado, el encuentro entre los tres candidatos siempre regala momentos en los que deben salirse del script, una buena oportunidad para conocer su capacidad de reacción, y de paso, su inteligencia.